LA PATRIA DESTEÑIDA DE LAS IZADAS DE BANDERA
Colombia, ese país hermoso dominado por unas élites que no valoran los logros de la Modernidad y que ven con desprecio los componentes de la Democracia; ese país hermoso a merced de esos sectores que utilizan la distracción de la guerra para camuflar sus prácticas; utilizan la muerte del prójimo para distraer al prójimo al que manipulan con el odio, el desprecio y otras sandeces, mientras se roban los impuestos que bien invertidos, mejorarían su calidad de vida.
Esa es la razón por la cual estos sectores detestan la educación; porque un pueblo educado se daría cuenta de que lo que se invierte en la guerra (repitamos cifras conservadoras: 8 billones de pesos al año), sirve para distraer a una población amaestrada, mientras le roban 50 billones de pesos al año. Entonces la expresión: "Plomo es lo que hay" es un síntoma de un fanatismo analfabeta (como todo fanatismo), o bien, la fórmula que utiliza el ladrón para distraer a sus víctimas en potencia.
Por un lado Maestros amenazados, asesinados, estigmatizados, y por el otro, profesores extraviados en sus tediosas labores porque no han entendido que la Escuela tiene una función social concreta que consiste en enseñar a pensar, a leer, a cuestionar... Y ahí vamos... Por eso refresca el Maestro de Escuela (siguiendo la visión de Fernando González), alejado del simulador universitario y del docente empleado, adormilado o inundado en la formatitis aguda que le ha quitado espacio (o se volvió pretexto) para eludir una educación humana guiada desde el poder de la palabra. Y eso es lo que es Álvaro Neil, un Maestro en todo el sentido de la palabra, un sabio que opone el asombro crítico a los discursos del odio.
Invitados a una de las clases del Maestro... el requisito es desarmarse y dejarse guiar por sus palabras...
MFP
LA
PATRIA DESTEÑIDA DE LAS IZADAS DE BANDERA
Por
Álvaro Neil Franco Zambrano
Y
si se dice esclavos habrá quien crea
que
después de cantarlo todos seremos libres.
María Mercedes Carranza
Para
Antonio Caro
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Obra del Maestro Antonio Caro. |
Siempre me he preguntado: ¿Por qué “el
ritual” de las izadas de bandera fortalece por medio de símbolos como la
bandera, el escudo y el himno nacional; el amor por la denominada, con orgullo,
patria? Patria que, según el poeta mexicano Homero Aridjis, representa el “país
del padre/ conquistador de lenguas, /hímenes y templos”; todo lo contrario de
la Matria, que para el vate en mención tiene que ver con “tierra de la
madre violada/ y la Naturaleza saqueada.”, ¿Será que con poner la bandera de
Colombia a la altura de las nubes, recuperamos los recursos naturales que hemos
perdido a causa de la economía extractiva?, ¿El brillo y la serenidad de las
aguas que alimentan nuestros páramos: el principal oro que aún nos queda?, ¿Es
la forma más loable para que los nicaragüenses
nos devuelvan el mar Caribe que nos arrebataron?, ¿Para qué nuestros
ríos se recuperen de las montañas de basura que los convirtieron en cloacas inmundas,
o resuciten y vuelvan a correr a la manera de Lázaro, por sus cauces
reverdecidos gracias al canto de los pájaros? Cauces desviados tristemente,
debido a la explotación carbonífera. ¿Será que uniformados, haciendo filas y
guardando silencio, logramos proteger nuestros cóndores de la extinción que les
niega la libertad donde sueñan sus almas?
A este respecto, el poeta Harold Alvarado Tenorio nos
aconseja: “No pierdas el tiempo buscando la patria/ (…) La patria es el habla
que heredaste/ y las pobres historias que conserva/ Tu abuela, en el zaguán,
ciega ya la memoria, /Meciendo los años de sufrimiento y desdichas/”. Historias
pobres porque son referidas a gente pobre, cuya voz no tiene lugar en ningún
libro. Pobres porque no tienen en cuenta a las clases menos favorecidas que
habitan en la periferia de todo. ¿Qué fue de esas historias que nos contaron
nuestros ancestros sobre la violencia?, ¿se destinaron al olvido, para apagar
el fuego de verdades que hubieran sembrado en nuestros corazones las semillas
de la libertad y la justicia? Continúa Alvarado Tenorio: “Tu patria serán los
libros que des a la tierra/ y la felicidad que depares al lector./ No pierdas
el tiempo buscando la patria,/ la llevas contigo./ Con ella morirás sin haberla
pisado”. Tal vez porque estamos muy lejos
de construir un lugar donde la vida tenga algún valor, donde se enseñe a
amar la lectura, donde se pueda pensar diferente para enriquecer el universo de
las ideas, donde la experiencia individual contribuya a defender el entorno
donde crecimos y echamos raíces, ya lo dijo Héctor Roja Herazo: “Yo no soy de
un pueblo, yo soy de un patio”. “Mi patria es la tierra blanda y pegajosa donde
nací/ y el viento que sopla en Maceió./ Son los cangrejos que corren en la lama
de los manglares/ los locos que bailan al atardecer en el hospital junto al
mar,/ y el cielo curvo por las constelaciones/ Mi patria es la mano del mendigo
en la mañana radiante” (Lêdo Ivo); pero no los uniformes que pretender homogeneizar
el pensamiento, porque “ si todos piensan lo mismo es porque ninguno está
pensando”. No el hombre masa que va para
donde van los demás, sin preguntarse nada. No las filas firmes como estatuas a
punto de desmayarse por el exceso de “ideas” anacrónicas. ¡Qué lejos estamos
del “Viaje a pie”, donde el filósofo de Otraparte: Fernando González fortaleció
su cuerpo y alumbró sus mejores ideas, mientras recorría con bordones y
morrales los pueblos del valle de Aburrá, y respiraba el perfume de los yarumos
blancos: “En cada época de su vida el individuo tiene tres o cuatro ideas o
sentimientos que constituyen su clima espiritual. De ellos, de esos tres o
cuatro sentimientos o ideas, provienen sus obras durante esa época”. ¿Cuál
obra, idea o sentimiento genuinos, que puedan cambiar los rumbos de nuestro
país, han surgido de una izada de bandera? ¡Qué nostalgia del bosque y la
laguna de Walden, donde Thoreau hizo su propia casa, su pan sin levadura, al
tiempo que miraba y escuchaba la que tal vez fue su única patria: el paso de
las nubes: “ Y así es como conocemos
sólo unos pocos hombres, y una gran cantidad de chaquetas y calzones”. En la
película china Camino a casa, los
niños y el maestro van sonrientes, corriendo, saltando y cantando, para que
florezcan los árboles y dancen los trigales: “Cuando llega la primavera todo
reverdece/ la brisa vuelve a los árboles/ se ve cómo los pájaros vuelan en el
cielo”. Es María Mercedes Carranza,
quien nos dice en su conocido poema sobre La
patria “Esta casa de espesas paredes
coloniales/ y un patio de azaleas muy decimonónico/ hace varios siglos que se
viene abajo/(…) En esta casa todos estamos enterrados vivos”.
¿Por qué tantos centauros y cíclopes, y
tan pocos delfines rosados y osos de anteojos en el himno nacional, pero
sobretodo en la vida del segundo país más biodiverso del mundo? Además, de
ninguna manera, esta es la tierra de Cristóbal Colón, y ¿Por qué seguimos
hablando de libertad y de independencia en un país que no respeta la vida
animal y vegetal, y mucho menos la
humana? ¿Cómo ser independientes cuando estamos invadidos desde la
década de 1970 por las multinacionales? Recordemos la insigne bandera de
Colombia pintada en su franja roja por el maestro Antonio Caro, con el logotipo
de Coca Cola, o el nombre de Colombia que el mismo maestro pinta en una
cajetilla de Marlboro, o la bandera con fondo negro iluminada por el oro triste
de la minería, que nos deja sin agua. ¿Por qué ni una sola mata de maíz, ni en
el escudo, ni en la bandera, ni en el himno nacional?
¿Por qué tanto rey y tan pocos
campesinos, tan poco Wayúu, Ika o Iku, U wa, Baris, en la vida y en el himno
nacional? ¿Tanto Bolívar y tan poca Antonia Santos, Policarpa Salavarrieta y
Manuelita Sáenz, en la celebración del Bicentenario? ¿Qué es lo que se celebra?
¿Una historia hegemónica que en la era de la educación inclusiva; excluye a las
comunidades indígenas (en vía de extinción), a nuestros campesinos y a los
pueblos afrodescendientes del proyecto de nación? ¿Por qué tan poca izada de bandera, tan pocas
filas (con excepción de las filas para pagarles esta vida y la otra al Icetex),
tan pocos uniformes, en las universidades? ¿No se supone que el bachillerato
debe preparar a los estudiantes para la Universidad? ¿Por qué tantas manos
atrás, como pidiendo permiso para todo, si así no se va ni se debe ir por la
vida? Si se le puede llamar vida a esta colonización y empeño del alma, del
cuerpo, del espíritu, de la imaginación y las ideas por sacar adelante proyectos.
De acuerdo con Henry David Thoreau, cuando dice: “¿Cómo podrían aprender mejor
a vivir sino probando resueltamente el
experimento de la vida? Creo que ello ejercitaría la mente tanto como las
matemáticas. Si yo quisiera que un muchacho supiera algo de arte y ciencia, por
ejemplo, no seguiría el proceder común, que consiste en enviarlo con un
profesor, donde todo se profesa y practica menos el arte de vivir; (…)¡Para mi
asombro, al dejar el college me
enteré de que había estudiado navegación! ¿No habría sabido más si me hubieran
dado tan sólo una vuelta por el puerto?”
¿Por qué seguimos rindiéndole
homenaje a un país que ya no es? ¿Luego la educación no debe estar atenta a los
cambios y problemáticas socio - culturales y naturales de una nación? ¿Con el propósito de darles solución y vislumbrar un futuro mejor para las nuevas generaciones?
¿Dónde dejamos entonces esta realidad cambiante que todos los días nos asalta
los sueños? “Nos hemos convertido en víctimas del tiempo, miramos el pasado con
aflicción y queja. Es demasiado tarde para cambiar, pensamos. Pues no. Como
individuos, como hombres, nunca es demasiado tarde para cambiar”, dice Henry
Miller, ese espíritu libre que practicó durante toda su vida la sabiduría del
corazón.
Así como el maestro Eduardo Galeano
propone un nuevo mandamiento: “Amarás a la Naturaleza de la que formas parte”.
Si de banderas se trata, sugiero agregar el color verde a nuestra bandera, como
símbolo de la protección y el cuidado que debemos tener con nuestros árboles
(la mayoría en vía de extinción): Clavellinos, Anacos, Galapos, Arrayanes,
Ceibas, Encenillos, Ocobos y Payos que me conocieron la infancia; Chiminangos,
Caracolíes, Espinos –Gallineros, Higuerones, Carboneros y Guayacanes que me
presentaron los amigos. “El país donde el verde es de todos los colores”, dijo
–hace ya mucho tiempo- nuestro poeta mayor Aurelio Arturo; pero no encarnamos,
ni sentimos, ni escuchamos, ni leímos el poder de este verso. Tampoco leímos,
ni sentimos, ni escuchamos, ni un carajo; pero sí se quemaron los libros, pero
no las ideas del enorme e interplanetario Ray Bradbury: “Un árbol puede ser
tantas cosas: color, sombra, fruta, paraíso de los niños, universo aéreo de
escalas y columpios, fuente de alimento y placer. Todo eso era un árbol. Pero
los árboles son, ante todo, una fuente de aire puro, y un suave murmullo que
adormece dulcemente a los hombres en sus lechos de nieve…”. Sugiero también
menos izada de bandera y más lectura crítica, más construcción del alma por
medio de la piel del poema y el arte, más campañas de reforestación; hace unos días les pregunté a mis
estudiantes: ¿Cuál es tu árbol preferido? Y me di cuenta que los muchachos no
conocen los árboles de su entorno, y eso que por el sendero de la Universidad
siempre permanece encendido el árbol
Chicalá; más campañas de descontaminación de los ríos, que en vez de
llamarlos, por ejemplo, río Chulo, recuperemos su nombre precolombino:
Farfacá de pictogramas que debemos aprender a leer, para conocer nuestros
orígenes, para no ser como lo señaló el gigante Gómez Jattin: “hombres de río
con el alma negada”, “Poeta/ A la naturaleza hay que ir/ A contemplarla/ A
defenderla”, uno defiende lo que ama. Es el amor por lo que somos lo que hay
que sembrar en el corazón de la educación colombiana; más construcción de la
esperanza, por medio de una educación que esté a la altura de la imaginación y
los sueños de los niños y los jóvenes: vientos de cambio que no nos pueden
seguir esperando. “Esto es urgente porque la eternidad se nos acaba”, nos
enseñó Jaime Sabines. A continuación algo de lo poco bueno que se encuentra en
Facebook: “Ni las armas os dieron independencia, ni las leyes libertad. ¿Qué
tal si intentamos con educación”.
Referencias:
Alvarado
Tenorio, Harold (2012). De los gozos del
cuerpo. Manizales: Universidad de Caldas.
Arturo,
Aurelio (2008). Morada al sur y otros
poemas. Sevilla: Sibila Fundación BBVA.
Aridjis,
Homero (2011). Mirándola dormir y otros
poemas. Bogotá: Universidad Externado de Colombia.
Bradbury,
Ray (2001). Crónicas marcianas. La
Habana: Instituto Cubano del Libro.
Carranza,
María Mercedes (2010). Poesía completa.
Sevilla, España: Sibila Fundación BBVA.
Galeano,
Eduardo :https://www.contraviento.de ›
text-galeano-el-derecho-al-delirio-es
Gómez
Jattin, Raúl (1995). Poesía 1980-1989.
Bogotá: Norma.
González,
Fernando (2010). Viaje a pie.
Medellín: Fondo Editorial Universidad EAFIT. Corporación Otraparte.
Ivo,
Ledo (2012). Estación final. Antología de
poemas 1940- 2011. Ibagué: Caza de Libros.
Rojas
Herazo, Héctor (2013). Obra poética
1938-1995. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.
Sabines,
Jaime (1998). Recuento de poemas
1950-1993. México, D. F.: Joaquín Mortiz.
Thoreau,
Henry David (1990). Walden. Río de la
Plata: Editorial Cábala.
A propósito que se está hablando de cómo Colombia es manchada por toda la oligarquía, que destiñe sus colores y la destruye cada día más. Quiero referirme directamente a una de las élites políticas de este momento, con actos de corrupción descarados y dañinos para el crecimiento de la patria.
ResponderEliminarEl clan Gnecco siempre ha estado en la política, siendo gobernadores, alcaldes, senadores, concejales y dueños de diversos contratos en toda Colombia. Se concentran en la Guajira, Cesar y Valledupar. La mayoría de los miembros de la familia están sindicados de corrupción y diversos delitos que permiten observar lo repugnante de la clase política de este país. Es inconcebible cómo una nación permite que personas de este tipo estén ocupando puestos públicos e importantes en varios sectores, interfiriendo con los derechos de comunidades y lucrándose de esta manera para continuar con sus actividades delictivas como el narcotráfico y lavado de dinero.
Los delitos de esta familia son cada vez peores y descarados, manejan cada situación a su conveniencia. La mayoría de los puestos que ocupan tienen un trasfondo, que utilizan a su favor, buscando encubrir sus actos fuera de la ley. La justicia debe tomar parte de esta situación, investigar para buscar el bienestar del pueblo colombiano, aunque esto queda en entredicho cuando se conoce la calidad de la justicia y las alianzas políticas de este país.
Esta entrada maneja el realismo, y habla de todos los problemas que Colombia atraviesa no hace poco tiempo, toca los temas sin tapujos y es algo que valoro, ya que nos permite a los lectores entender un poco más respecto a la situación de nuestro país.