EL NOBLE ACTO DE RENUNCIAR A UN CONSEJO DIRECTIVO

 

EL NOBLE ACTO DE RENUNCIAR A UN CONSEJO DIRECTIVO


A Filemón... 

sobre quien se habrá que escribir una crónica algún día


Alguna vez el maestro Jorge Ordóñez nos contaba la anécdota de una renuncia como uno de los actos poéticos y nobles más claros que existen, sobre todo en un mundo tomado por la cobardía y por los abusos de poder. La anécdota en sí -si mi memoria no me falla-, se la había contado Jairo Aníbal Niño y trataba sobre la renuncia como un acto de liberación; y uno se imagina la escena: Llega el maestro Jairo Aníbal feliz a presentar la carta... una carta de renuncia; por fin el poderoso dios que se sienta detrás del escritorio autoriza su entrada a su oficina-olimpo y le dice que se siente... Y el maestro Jairo Aníbal lo mira sonriendo y le dice que así está bien, que solo pasa a dejarle su carta de renuncia, y la deja encima del escritorio... y antes de salir de la oficina, se gira, se da vuelta y señalando la carta, agrega: "¡Y es irrevocable!, y se va, al fin... por el pasillo a celebrar, a respirar sereno.

Hay otra carta de renuncia famosa; la escribió Camilo Jiménez y hasta fue publicada por El Tiempo; en ella cuenta las razones por las cuales renuncia a su cátedra en la Universidad, una de esas universidades que terminaron siendo más un pasillo, una taberna o una pasarela... Por eso cuando llega con su carta de renuncia, uno de los Maestros más pilos, serios y comprometidos que ha llegado a las aulas de Duitama, , no queda más remedio que sentirse solidario con su desazón... porque si hay personas a las que les impacta la inmovilidad intelectual que se pregona desde las directivas o desde los entes encargados de eso que ellos llaman "calidad educativa", es a los buenos docentes, a esas "ovejitas creativas" como las denomina Amanda Granados, una experta en el sector educativo nacional. Ojalá este gesto del maestro Anderson logre plantear al menos una reflexión... al menos la más mínima reflexión sobre lo que debería ser un colegio, que en su gran mayoría (porque hay honrosas excepciones) están en manos de personajes que creen que se trata de una finca...  Un abrazo fraterno para el profe quijotesco por atreverse a pelear con esos monstruos eternos e inamovibles según los designios divinos tan protegidos por una estructura de poder a la que le importa un pito la educación de este país... Ahí nos vemos y roten si pueden...

MFP

Tomada de
https://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php/Presidentes_colombianos_(1810_-_actualidad)


DUITAMA, 26 DE NOVIEMBRE DE 2020

COLEGIO GUILLERMO LEÓN VALENCIA. 

CONSEJO DIRECTIVO

 

 

ASUNTO: RENUNCIA VOLUNTARIA AL CARGO DE REPRESENTANTE DEL CONSEJO DIRECTIVO

 

 

Estimadas y estimados miembros del consejo directivo:

 

Comparto esta carta abierta para expresar mi deseo de renunciar de manera irrevocable a la dignidad de representante de profesores al consejo directivo de la institución para el año lectivo 2020.

Primero, quisiera agradecer a los compañeros, maestros y maestras, quienes me dieron su confianza para representarlos, brindándome una valiosa experiencia como testigo directo de la falta de democracia y ética que se puede presentar en la administración de un colegio público.

En mi experiencia como integrante de distintos cuerpos colegiados, en diferentes instituciones y entidades, nunca presencié, como aquí, una expresión tan bárbara de autoritarismo. Sin lugar a dudas, esto obedece al fiel reflejo de una sociedad que durante décadas ha dado la espalda a la escuela como institución que promueve el pensamiento autónomo y humanista. Hoy, somos el lugar más atávico y rancio de la democracia, dando paso, incluso, a la exclusión de la constitución del 1991; puesto que en los colegios públicos aún existen cargos vitalicios, lo cual dista del aire liberal de la democracia representativa.

Con esto no quiero decir que la escuela en su totalidad sea una muralla mohosa, un panóptico administrativo que perdura alejado de su naturaleza pedagógica; sin embargo, es evidente que la escuela no propende hacia la discusión en el aula, espacio donde el respeto a las diferencias crea un verdadero conocimiento. Debo decir, tristemente, que se ha convertido en un siniestro experimento de autoritarismo y arbitrariedad, una empresa privada con recursos públicos.


El experimento de la escuela en Colombia es un germen dotado de varias contradicciones: por un lado, sigue sumergida en una dimensión doctrinaria del conductismo humano heredado de la escuela Franco Prusiana y, por otro, ha tenido que abrirse, sin restricción, a los cambios liberales de la sociedad moderna. Pensaríamos que ya no llegan los funcionarios públicos a ejercer la cátedra por la voluntad del político de turno, ni se compran los puestos de rectores o de profesores como ocurría en el pasado; aunque aún sea evidente que para ciertos traslados y cargos, no han sido la ética o el mérito las condiciones que los motivan, sino que se alcanza a entrever que existen circunstancias oscuras enmarcadas en prácticas políticas vergonzosas. Hoy por lo menos hay una carrera de méritos, que, a pesar de todas sus carencias, permite corroborar de manera abierta los criterios para la elección.

Sin embargo, en el componente administrativo de la Escuela se ha camuflado un rincón oscuro donde la falta de democracia y de ética no le duelen a nadie; se trata de un tumor que contamina todo ejercicio de reflexión que intente humanizar la escuela, y que ha logrado instaurar un sospechoso y patético halo de silencio a su alrededor, a través de un poco sutil terrorismo sicológico, o con la presión con la evaluación docente, el manejo mezquino de los horarios o la persecución/ explotación laboral, a través de la figura del “te delego”, o la verborrea traducida en formatos sin sentido, como sucede en las instituciones educativas.

Nos acostumbraron a que el rector sea una figura de autoridad que puede administrar la escuela como un feudo o una extensión del jardín de su casa; en ocasiones, parecieran concentrar en su figura todo el poder siniestro del panóptico, figurando simplemente como administrativos; han logrado dejar de lado el componente pedagógico de su labor, creando la impresión de que la escuela está compuesta solamente por ladrillos. Es triste pensar que no se requiera formación en pedagogía para este cargo; o de actualizaciones permanentes que pasen el filtro de procesos de investigación con evidente impacto en la formación integral de toda la comunidad. Es justo decir que durante los dos años en que participé como representante en el consejo directivo, nunca se dio una discusión sobre pedagogía.


A propósito, solo se discutía de temas menores relacionados con aspectos logísticos y ocasionalmente, con algún tema presentado por un miembro del consejo. Sin embargo, la decisión siempre la tomó la Lectora, los contratos que se llevan la mayor parte de los recursos públicos de la institución, ya están asignados a la libre decisión de una persona, en contravía de los valores democráticos que inspiran la elección de un cuerpo colegiado como el consejo directivo.

Por estas razones, encuentro contradictorio seguir siendo parte de un escenario inane, que no permite el desarrollo y la discusión de una escuela que enfrenta los desafíos y retos propios de los tiempos que vivimos. En los últimos 30 años, la escuela pública ha perdido la importancia y protagonismo dentro de la sociedad, afectada además por la crisis social de la innovación, las apuestas pedagógicas creativas o simplemente por el modelo de gestión de los colegios.

Estos temas a la luz de la realidad de la sociedad colombiana, parecerían haber caducado, lo cual me lleva a pensar que es doloroso y perverso ser parte de discusiones en donde la mayoría no cuenta.

Me despido anunciando que la escuela pública es un espacio intangible sin dejar de ser real, y que, por tanto, seguiré esforzándome desde otros escenarios, puesto que, por ahora, en los consejos directivos hay una pelea perdida. Sé que algún día llegarán funcionarios que por su propio mérito permitirán la construcción de una verdadera escuela pública, ¿por qué no pensar en un lugar noble en donde existan colegiaturas que dirijan el barco por periodos de tiempo finitos, de acuerdo a un plan pedagógico y con la voluntad de la comunidad educativa? Es triste confirmarlo, pero las dictaduras también se han enquistado en las escuelas.

 

 

Atentamente,

Magister Anderson Estupiñán

Docente Secretaría de Educación de Duitama.


Comentarios

  1. Lo que pensamos muchos profes y no sabíamos cómo expresar. Valor y ejemplo por parte del profe. Saludos cordiales.

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  2. Dignidad es ser, hacer y rehacer. Todo transito es un nuevo comienzo

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  3. o con la presión con la evaluación docente, ?!

    Nunca entendí porque le temen a esto?!
    Por lo demás comparto el escrito, más cuando llama a la promoción por mérito, no será que el tumor que plata mí es un sindicato arcaico, lleno de acciones que el tiempo demuestra no van para ninguna parte, escuchen la cuña en caracol.
    Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes.
    Se atribuye a Einstein.

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  4. Gracias, profe Anderson, por tener el carácter, la firmeza y la sinceridad para expresar tan concretamente lo que se vive en más de una IE. ¡Gracias!

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