MARCEL PROUST Y UNA PROMESA QUE PERDURA A TRAVÉS DEL TIEMPO

 

Un país como el nuestro comprueba que la literatura es un oasis. Si no fuera por la literatura más de una persona deambularía por la calle conversando con demonios o condenando a los demás por sus formas de pensar, de ser, de sentir, de expresarse, etc. Los buenos lectores no tienen tiempo para el mundanal ruido y andan escarbando con las ficciones los propios abismos interiores en busca de las sendas de su ser. Los buenos lectores no tienen tiempo para andar cazando a su prójimo como ya se volvió costumbre en este país de la indolencia; eso se lo dejan a los esbirros y lavaperros de narcos, corruptos y psicópatas... Aquí uno de esos lectores que deambulan esta ciudad de los molinos, esta ciudad verde a la orilla del páramo y de la sombra del guerrero; esta ciudad que aún no resignifica su memoria y que por tanto, aún no logra dimensionar la importancia de la dignidad... Gracias a Diego por compartir con nosotros esta invitación para valientes: leer a Proust, algún día...  


MARCEL PROUST Y UNA PROMESA QUE PERDURA A TRAVÉS DEL TIEMPO

 

Diego Alberto Vásquez Quintero.

Lector y cerrajero de la noche

Fotografías de Diego Vásquez


¿C
ómo se busca el tiempo perdido?

 

Esa es la promesa de la obra máxima de Marcel Proust En busca del tiempo perdido (1919-1927) en la búsqueda de lo inasible, pues el único tiempo que tenemos a la mano es el presente. Ni siquiera el tiempo futuro es nuestro debido a la incertidumbre de la muerte. El segundo que acaba de pasar no lo podemos recuperar ni acumular como si fueran monedas dentro de un frasco. El tiempo pasado es nuestro a medida que creamos eventos, los cuales se convertirán en recuerdos que el mismo tiempo pondrá a prueba mediante el uso de la memoria y el olvido.    


  
Fotografías de Diego Vásquez

               

Una de las tantas declaraciones acerca de esta monumental obra es la de ser un viaje al pasado, y existe el riesgo que en su lectura se lleve consigo la vida propia del lector, puesto que la obra usa la experiencia del escritor y a la vez del lector que crean una identidad y dan vida propia a la narración, y el puente para unir al lector con el libro son los recuerdos. Lo impresionante de esta obra es el nivel de detalle en la descripción de los personajes (tanto en su pulso nervioso como en su fisonomía, y tanto más, se apoya en los defectos del habla, tics o manías para resaltar a cada individuo), la construcción de la escenografía los cuales, unidos a las propias experiencias del lector y los sentimientos acumulados por sus vivencias, cobra vida y fuerza de tal forma que el lector siente la narración tan vívida y personal, eso es precisamente uno de los secretos de la obra de Proust; perdura a través del tiempo sin importar que la historia original transcurra en una época muy distinta a la actual.

Paralelo a ello, la obra de Proust tiene varias vetas, algunas son de tipo lineal inherentes al crecimiento cronológico de los personajes, otras líneas de narración que se bifurcan como las ramas de un árbol que pueden distraernos del hilo principal, incluso otros filones de la mina saltan entre las dimensiones del tiempo, y existen unas últimas que no tienen tiempo definido pues son concepciones abstractas que son ensayos y joyas literarias incrustadas dentro de la novela.   

Fotografías de Diego Vásquez

                    

Cuando el lector entra al universo de Proust es posible que no pueda desligar la vida de sí mismo de la obra, por ejemplo: al momento de almorzar, mediante un mecanismo propio del cerebro primitivo y usando los sentidos como el gusto y el olfato, recordará una escena de campo cuyos comensales se divierten entre vino y cortes de ternera asada; al recorrer un antiguo colegio su vista comparará imágenes pasadas y pensará en las ruinas luego de la guerra, o el olor a chocolate lo llevará al comedor de la casa de los abuelos en ausencia de ellos. Leer En busca del tiempo perdido es encontrarse con capas superpuestas, y cada una añade un color nuevo, una escena más colorida, y según la tonalidad la alegría puede declinar en una tristeza que hiberna y explota al momento que hay un cambio en el cuadro. De esta forma la promesa se mantiene porque la novela se nutre de nuestras propias experiencias y el rastro que deja un sentimiento dentro del lector, el cual participa activamente con la novela, creando así una experiencia que funciona en doble sentido.

 

          

Fotografías de Diego Vásquez

       

Breve mirada a un tema: el tiempo del olvido


Entre otros temas, Proust escribe en el penúltimo tomo de En busca del tiempo perdido -La fugitiva- sobre el tiempo del olvido. El narrador, Marcel, se desilusiona de sí mismo porque tiene en cuenta todo el amor, el tiempo compartido con su querida Albertina, y más que todo la inversión en pensamientos, en idealizarla como el ser que en verdad amó, y luego pasa el tiempo y como la sucesión de eras geológicas, pensamientos antes magnánimos, agradables, sentimientos de amor y bondad quedan sepultados por pasiones frescas y nuevas vivencias. Luego, nuestros pensamientos se asemejan a esas capas geológicas que el arqueólogo descubre en tierras como Villa de Leyva y donde antes era un mar ahora es desierto. Así sucede dentro de nosotros, y cual placas tectónicas, nuestras pasiones y creencias sufren desplazamientos, roturas, y cada vivencia o bien queda en la superficie para que el viento del olvido se encargue de erosionarla, o bien yace sepultada pero no olvidada, más no tan presente como antes, y algún día  emergerá con sólo un indicio producido cuando vemos a una mujer muy parecida a aquella que amamos y el arqueólogo de nuestra memoria acude a desenterrar un recuerdo del cual destilará alegría o molestia, según el valor que le asignemos al recuerdo. Es bueno olvidar y renovar la fauna de la memoria con nuevas experiencias. Tomado del funcionamiento biológico de un organismo cuyas células se renuevan y en el cerebro procede al olvido o deja de poner esmero y energía a una idea, cambia el pulso nervioso y reconfigura la atención en valores los cuales teníamos descuidados. A medida que la distancia es mayor entre la persona y el recuerdo, menor será el dolor causado por éste último, pues los tentáculos que antaño nos atrapaban y nos hacían sentir las manos de una mujer en tiempos de estudios, o volver a encontrar una mirada de ojos claros, o el aroma que desprende de una blanca piel, todo esto a la mayor distancia del tiempo en que fueron generados, pierde su fuerza, su significado se diluye porque la otra persona se aleja de ese evento y poco a poco, por inconstancia, por ese migrar de pensamiento, el no acudir a la cita de la remembranza, el despojo de lo bello sobre el amor y la pérdida de memoria, el olvido labra su propio campo para dar paso a nuevos recuerdos, que a su tiempo serán olvidados.        

 


Comentarios

  1. Un análisis claro y valioso, gracias!

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  2. Ohhh que linda y solemne descripción de la obra de Proust. Muy buen uso de metáforas. Muchas gracias, quedé con ganas de seguir leyendo.

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  3. Este artículo es interesante porque nos habla sobre la importancia del tiempo en la vida de nosotros. Nos enfocamos demasiado en lo que pasó y en lo que pasará, que olvidamos el tiempo que estamos viviendo y el tiempo que tenemos a nuestra disposición es ahora. Adentrándonos más en el libro de Proust, nos encontramos con una serie de sucesos los cuales se convierten en recuerdos y que pasaron a un segundo plano en nuestra vida, además de narrar acontecimientos cronológicos de los personajes quienes nos dan una especie de enseñanza final. Considero esta obra con un alto grado de importancia por las ideas que contiene y la lectora quiere enseñar a través de sus vivencias cómo dejamos que el tiempo tome nuestra energía y nos deja a la deriva tratando de encontrar un camino.

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