Presentación del libro de Felipe Alarcón, Retratos y Retazos (2023)

 

Presentación del libro de Felipe Alarcón, 

Retratos y Retazos (2023)

Por Miyer Pineda


Felipe Alarcón hablando de su primer libro de poemas. Biblioteca Zenón Solano Ricaurte
Duitama. 24 de julio del 2023


 

El libro Retratos y Retazos (2023) de Felipe Alarcón, editado por Fallidos Editores, propone la selva como entrada; la imagen entre verdes “de todos los colores” como diría Aurelio Arturo, y la luz del sol que alcanza a penetrar en el templo sobre las rocas abrigadas por el musgo, contrasta con el recibimiento que hace Fernando Pessoa y su reflexión sobre la fusión que existe entre vida y escritura. La relación es comprensible; la obra de Pessoa es la selva y la selva y sus innumerables criaturas son la continuidad de la máscara. El problema es que, además de Pessoa, está la presencia de Mery Yolanda Sánchez, y, entonces, la trama se complica, porque la conjunción de los símbolos genera expectativa.

Para empezar, se debe analizar el título del libro; en apariencia se ha liberado de la metáfora, hasta que Pessoa y Sánchez se disponen a inaugurar la senda para entrar en la obra.

Retratos y retazos; la relación simbólica entre los dos cauces profundiza en los aspectos de la vitalidad, y ubica al lector en la orilla del tiempo. El retrato, aunque depende del cuidado y del material, detiene el reloj para mantener momentos que pueden considerarse importantes; Pessoa nos mira con cuidado, porque ya ha sentenciado que la vida se vive y no se escribe, pero que, de llegar a escribirse, será para ser resguardada en sus instantes profundos. Por su parte, los retazos, son fragmentos, pedazos, esquirlas de una trama; pueden coserse, llegado el caso, para reparar, recomponer y resanar. 

La primera parte del libro se llama Herencias; la lectura sugiere que la selva es un museo, el territorio de las musas; aquellas que, al venir de águila y memoria, hacen de la nostalgia posibilidad de reencuentro. Estamos en la primera estación; la ilustración que da entrada al museo familiar es un canto a las abuelas, hechiceras que dan las “palabras/ para hablar a quienes están fuera del mundo” (p. 15). La herencia es comprender que “seremos palabra” (p. 18), raíz, hermandad con la tierra; la sucesión de ancestros está entre las letras, en el cansancio que hereda el cuerpo rejuvenecido por el nacimiento y la muerte de las generaciones. La relación de la infancia y el pasado propone la alternativa de resignificar la vida, el ahora, la posibilidad de hacerse a un lado y ver la belleza pasar, a pesar del caos que nos rodea y que intenta someternos. Felipe Alarcón le cuenta al mundo, en un primer libro que se salva, que el poeta es heredero de la vida, y que uno de sus oficios será estar a la altura de lo que dice –pero sobre todo de lo que no dice- el testamento. 

Alifafes es la segunda parte del libro; la ilustración da cuenta de las flores que no dejan de crecer a pesar del mundo, porque ese es el destino, vivir, ser lo que se es sin que importen las circunstancias. La palabra hace referencia a tumor y a achaques. En cierto sentido, la poesía es un tumor, el poeta es un tumor, la palabra libre es un tumor; los achaques vienen luego, son herrumbre, pátina en la que se posan la belleza y el tiempo. El museo continúa con un Autorretrato, enseñando al lector la utilidad de los retazos:
 
Son mis letras retazos sin tiempo,
sucios y arrugados papeles
que vienen a ser mi rostro.
Diluido como tinta
mancho con desespero este vacío.
 
(Alarcón , 2023, p. 28)
 
Las palabras y las voces del lector son retazos; resanar será posible en ese vaivén que se establece entre la palabra escrita y la voz de los lectores; juntas funden el conjuro para que la magia emerja en un mundo rutinario, fatal y superfluo. Entonces, el lector llega al Nocturno (p. 31), y se sumerge en las ventanas de la noche para refrescar las palabras que habitarán su soledad, o como dice el poeta en el libro, la sumatoria de sus soledades, olvidos, memorias, heridas, cicatrices; todo aquello que permita la metamorfosis, la mudanza, lo que sea que venga después “del vuelo y de las flores” (p. 39). De esta manera, el lector cruza el umbral hacia otra sala en la que la voz del poeta señala los indicios, la cercanía de la muerte; por tanto, ya es hora de detenerse, hacer un balance, confrontar la fatiga y preguntarse “cuanto silencio soporta el habla/ antes de convertir el cuerpo en árbol/ la piel en musgo, / el llanto en agua/ y el sueño en niebla.”, “Cuántas preguntas le caben al tiempo antes de volverse gritos”? El poeta baila en la casa con la muerte, y entre los dos, la poesía, bailarina sonámbula, al decir de José Manuel Arango, danza, sigue sus pasos en el aire, en el devenir y musicalidad de un alfabeto diseñado para que la vida se comunique con la muerte, y viceversa.
Felipe Alarcón y Miyer Pineda
Presentación del libro en la Biblioteca Zenón Solano Ricaurte de Duitama
24 de julio 2023


En la siguiente sala, los retratos, la ilustración confirma la mutación que otros llaman amor, insecto que se alimenta de la música aniquilando distancias, ausencias y saudade. Al final, se descubre que “somos amor que está por encima del mar” (p. 52) y que casa y calles, como diría el poeta Álvaro Neil Franco, son las voces “que nos conocieron la infancia”. El libro de Felipe Alarcón propone un diálogo con la tradición de la nostalgia, promesa heredada por generaciones y proyectada a un futuro incierto, en el que, quizás, un aire limpio pase y “haga nacer palabras” (p. 57). El lirismo que sostiene el libro es limpio y fluye a través de imágenes contundentes en las que el ser se detiene a mirarse: “y descansar sabiendo que nuestros cuerpos son el último verso que nos espera” (p. 57), “el recuerdo no soporta más de dos aguaceros/ y se escurre fácilmente enjuagando la memoria, dejando deshabitadas sus orillas” (p. 61), “En medio de esta partida soy yo quien se queda” (p. 65). “Me trae el dolor/ que no brota del cuerpo” (p. 67), “La palabra es siempre sinónimo de tristeza” (p. 70). Así son los versos del libro; cargan emociones que, a la larga, afectan al lector; comienzan a ofrecerle un espejo transitorio para que se atrevan a mirar las cicatrices que habrán de acompañarlo de por vida, y, en ese tránsito, pensar en procesos de mutación y desdoblamiento porque lo humano es huella, vestigio del mito respirando en el lenguaje; de esta manera, la propuesta poética en manos del lector golpea:
 
EL HILANDERO Y EL CARRETE
 
Llevo entre las manos un ovillo de palabras
y dos carretes con crisálidas azules.
Un ovillo que acrecienta su tamaño
A la misma medida que el tiempo se acorta,
Se nutre de voces en coro
Y me va envolviendo despacio hacia la muerte.
 
(Alarcón , 2023, p. 72)
 
El poema es poderoso; las palabras aumentan el silencio y son el hechizo que prepara el arribo del final; la muerte anda a caballo entre palabras; pregunta por nosotros, se sabe nuestros nombres y los pronuncia en el momento indicado; y como no podría ser de otra manera, el verso invita al lector a la última estación, Retazos de la patria; la imagen que da la bienvenida a esta instancia del museo es por lo menos esperanzadora y, por lo tanto, activa el pesimismo. El uso del adverbio debajo de la imagen, roza las cicatrices que han dejado tantos años de una historia trunca, “como flores crecimos nuevamente de la tierra”; se presiente la asfixia de la historia cíclica, el eterno retorno en el que la esperanza cumple un papel de superficie, en apariencia; el lector espera que se trate de la punta del iceberg, que los testimonios infinitos que conforman lo que llamamos, patria, país, nación, etc., tengan futuro. Hay voces debajo de las piedras, en los caminos, en las aulas y las fosas que iluminan un futuro posible; somos lo que queda después del genocidio, lo que la desmemoria calcula para apañar el silencio que la invade y que podría enloquecerla. Somos la raíz del árbol que talan sin comprender nada, el nervio latente del dolor de un prójimo hipnotizado por los ojos del asesino. Al final, el lector recorre la historia atosigante del destierro, de la negación del futuro y se interroga, ¿para qué pregunta somos la respuesta? ¿Cómo respirar cuando “lo demás es el abismo”? Las respuestas en los versos, en la memoria de todos, en la boca de todos, en las manos de todos; es curioso, pero, aunque nuestra historia sea pesimista, la salida es la tenebrosa idea de construir una patria entre todos, entre los retazos que quedan, porque, al final se concluye esto también, en el museo selvático de emociones que ha construido Felipe Alarcón, somos de la estirpe de Prometeo, y,
 
Llevamos entrelazadas las manos
armas que acarician, pintan, escriben, aman…
Hemos hecho nuestros los sueños,
abrimos paso al pasado
quedan nuestras lágrimas para iluminar el mundo.
 
(Alarcón , 2023, p. 85)
        
         Para terminar, celebramos el libro de Felipe; sabemos que el primer libro es un reto poderoso y creo que ha salido bien librado; sabemos que el verdadero desafío es el segundo libro de poemas, porque allí se confirmará el camino que ha elegido; quizás en alguno de los cruces del viaje que le espera volvamos a encontrarnos.

DuitaYork, julio 2023.

ABUELAS

Como dos castillos
sus cuerpos hicieron ronda sobre el mío
y taparon con calor mis soledades.
A mi abandono interpusieron su presencia
como un lugar donde hundir
- pequeñita -
mi cabeza.
De la ausencia repasada en este cuerpo supieron refugiarme,
taparon con presentes escondidos en la palma de la mano
los olvidos que trajo para mí la vida.
Cubrieron con magia mis manos
para aprender a desaparecer
de las sombras toscas que reptaban por la casa.
También me dieron palabras
para hablar a quienes están fuera del mundo.
La magia aún brota desde mis yemas
que saben renacer el cuerpo muerto de las yerbas
y las palabras ahora bullen como signos
llenando los papeles de sonidos.
Tú, Isabel,
que te abriste paso por caminos de canela y marga­ritas
te llevaste contigo todo el frío que cargaba pegado a mis manos.
Tú, Etel,
que aún me muestras el tiempo que solo vieron tus
ojos,
arrópame - hoy -
de las soledades y las viejas ausencias
que aún me llenan de frío el alma.
 
HERENCIA
 
A Federico y Emma, quienes aguardarán un tiempo
para el encuentro con estas palabras.

Quiero hablarte de algunas huellas que,
como a mí y al abuelo,
acompañan a los que llegan cada vez.
Sabrás que llevamos barro y montaña entre la sangre
y que nuestros ojos están poblados por abismos.
Ve tus pies,
encontrarás dos surcos en tus talones
y una piedra se abrazará a tu piel.
Son pedazos de caminos que nos llegaron
habitados hasta el cuerpo.
Roza tus dedos y encontrarás tus manos añorando la tierra
querrás acoger sus guijos entre tus yemas,
con su tacto palpitará un tiempo viejo
y escucharás la voz de la bisabuela susurrando a la canela
con su rocío de palabras que fertilizan la tierra
y también el alma.
Allí querrás dejarte todo en una raíz,
hacer de las manos cobijo para semillas
y verlas hacerse una con la piel.
Entonces,
préstate a acariciar la tierra
y deja que ella te devuelva a mis deseos
a los anhelos de mi abuelo y de mi padre
por un pedazo,
aunque ínfimo,
de tierra.
No es otra cosa que el llamado de sus almas,
de la mía, también la tuya,
por estirar sus comisuras y ser más que piel.
Ser nuevamente barro,
alto, abismo donde nacen las aves
grito de quebrada.
En la soledad que habitarás,
aquella que hoy yo habito, escucha…
Vas a encontrarte con nuestro tiempo
nosotros estaremos como voces y besos al alma,
seremos palabra
aire que es alivio,
abrazo llegando hasta tu tiempo,
briza corta
para barrer pesares.
 
GRITOS
 
Cuántas muertes pueden correr sobre los ojos
antes de volver la boca cráter,
el pecho fosa
y los ojos precipicios.
Cuántos dolores penitentes
puede pagar el cuerpo,
cuántas angustias caben en la garganta
hasta entumecerla como arcilla quemada
y quebrarla al contacto con la voz.
Cuántas partes del cuerpo se pueden aprender a no sentir,
antes que la cabeza se rompa
y quiera ser morralla iluminada por el sol.
Cuánto silencio soporta el habla
antes de convertir el cuerpo en árbol
la piel en musgo,
el llanto en agua
y el sueño en niebla.
Cuánto…
Cuántas preguntas le caben al tiempo
antes de volverse gritos.
 

VISITA
 

Hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse
como una ventana llena de sol.
Federico G. Lorca

 
Aunque no lo sabes
ahora te visito.
Vengo con penas que mejor descansan sin ser dichas,
llego con malos augurios y yerbas muertas dentro de mis ojos.
me trae el dolor
que no brota del cuerpo,
resuena desde las ánimas que me hacen cerco y vigilan
en la región habitada del pasado o el futuro,
que nuca encuentra lugar en el presente.
Pero aguarda…
que, sobre tu canto,
de voz y piernas,
caerán semillas desde mis ojos
las flores inundarán tu vientre
y racimos de palabras serán cantados a susurros.
Mi cuerpo será nuevamente campo
para andar tus días
nacer caminos
y sembrar cerca de mis aguas.
Por favor,
aguarda…
Acá serás también huésped y visita.
 
 
REDENCIÓN
 

Mi poesía es una manera de creer en el futuro,
de confiar en el futuro,
de crear el futuro.
 
Jorge Debravo

 
El canto que es el pasado
cuando las voces lo hacen memoria
y relatos que conjuran la muerte.
El canto que trae las vidas descolgadas de la historia
pide ser palabra,
verso, abrazo y lágrima.
La memoria quiere ser canto,
pasar de una mano a una boca,
de unos ojos a un papel
y así robar el silencio que la sacó del tiempo.
Quiere la memoria ser hoy presente
que nace de tu boca y de mis manos.



 


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