TRES POEMAS SOBRE LA MADRE
TRES POEMAS SOBRE LA MADRE![]() |
SALVATORE QUASIMODO TOMADO DE https://www.maurodellaportaraffo.com/2013/07/04/il-geometra-salvatore-quasimodo/ |
En estos días se celebra el día de la Madre. Por eso hace días nos hemos puesto en la tarea de escribir al respecto... En un país que clama por la guerra quizás sea hora de escuchar a la Matria...
Compartimos un poema del gran poeta italiano Salvatore Quasimodo, otro del poeta colombiano Jorge Eliécer Ordóñez y uno escrito en QUEBEC...
CARTA
A LA MADRE
SALVATORE
QUASIMODO
Traducción de Alberto Girri y
Carlos Viola Soto
(de " Primera Antología
Poética" Revista SUR, 1973)
"Mater dulcissima, ya descienden
las nieblas,
el Navigilio golpea confusamente en los
muelles,
los árboles se hinchan de agua, arden de
nieve;
no estoy triste en el Norte, no estoy
en paz conmigo, ya no espero
perdón de nadie, muchos me deben
lágrimas
de hombre a hombre. Sé que no estás
bien, que vives
como todas las madres de los poetas,
pobre
y justa en la medida de amor
hacia los hijos distantes. Hoy soy yo
quien te escribe." Por fin, dirás,
dos palabras
de aquel muchacho que huyó en la noche
con su pobre capa
y algunos versos en el bolsillo. Pobre,
tan blando de corazón,
lo matarán un día en un lugar
cualquiera.
"Ciertamente, recuerdo, fue desde
aquel gris andén
de lentos trenes que llevaban almendras
y naranjas
hasta las fauces del Imera, río de
urracas,
de sal y de eucaliptos. Más hoy te lo
agradezco,
eso quiero, la ironía que pusiste
sobre mis labios, afable como la tuya.
Aquella sonrisa me salvó de llantos y
dolores
y no importa si derramo ahora algunas
lágrimas por tí,
por los que como tú esperan
sin saber qué. Ah muerte gentil,
no toques el reloj de la cocina que late
sobre el muro,
toda mi infancia pasó sobre el esmalte
de su cuadrante, sobre sus flores
pintadas;
no toques las manos, el corazón de los
viejos.
Pero ¿es que alguien responde? Oh muerte
de piedad,
muerte de pudor. Adiós, querida, adiós,
mi dulcissima mater"
MATER
DULCISSIMA
POR
FREDY BARRERA RODRÍGUEZ Y MFP
Escribo poesía para que el ciego vea con
otros sentidos la sombra de la divinidad en lo humano; escribo poesía para que
el sordo escuche la melodía del piano rojo que compone partituras en hojas
maltratadas con espinas en sus bordes y entonces el pianista se corte los dedos
y de sus dedos emane la poesía que toca Dios frente a nuestros ojos.
Escribo poesía para que aquellos que
nunca han sonreído, le arrebaten la sonrisa al payaso y sus rostros adquieran
la apariencia de la nueva luna que anuncia el invierno.
Escribo poesía porque así el alma aprecia
el pan; y así se alimentan los ojos de los niños que miran sorprendidos los
últimos crepúsculos del planeta.
Escribo poesía para que mi Madre, mujer
de cálida mirada, y de corazón inmenso que se llena con tan poco, sonría,
porque su risa desquicia al mundo de belleza; toda mi poesía es para ella, la
poesía del corazón libre y de cristal vibra cuando siente su respiración.
Escribo poesía porque ella la enseña con
sus manos que no se han detenido a través de los años, que nunca descansan de
amasar nuestros sueños; nos ha enseñado que la poesía es anterior al
pensamiento; yo veo, ciego, fluir la poesía desde su sonrisa, nos lleva hasta
su sombra para aliviarnos todo el hambre, el frío y esta soledad que se siente
cuando nos vemos viejos y gastados y felices de habernos encontrado ahora en
este mundo.
OLVIDOS
JORGE
ELIÉCER ORDÓÑEZ
Olvidé amarrarme los zapatos, madre
tú me despedías sin besos, apenas una
señal de cruz en el aire,
tan cerca del aljibe, ponías en mi
siniestra una granadilla
y en mi maleta escolar un lápiz que olía
a maderas ocultas,
aserrín de algún sueño que contaban los
hermanos menores
Que te puedes caer, tú me decías,
¿y cuántas veces me desplomé de bruces,
de nalgas, desamores?
Quise aprender tu lección, casi
analfabeta,
pero el olvido fue mi yermo territorio
Aún recuerdo que pintaste a Moisés
separando las aguas
con tus rasgos menudos, casi con
vergüenza
porque yo tenía el brazo entablillado,
tal como ahora
el corazón, la vida, entablillados,
y mientras dormía en un laberinto de
monstruos y temores
tú, bajo el mosquitero, intentabas
curarme
con un aceite fétido de tuétano y
lombrices
Ahora, con esta voz que me sale a
hurtadillas,
por entre matorrales de cemento y
niebla,
quiero decirte que tus pasos endebles, a
causa de la artritis,
suenan con tanta fuerza en mi escalera
de madera crujiente,
que ya puedes respirar tranquila: no me
he vuelto a caer,
así lo espero. Cuando miro mis zapatos,
como focas
invernando en un rincón de la buhardilla
no puedo menos que sonreír despacio y
aspirar con ternura
ese aceite lejano de tuétano y lombrices
(De: Palabras migratorias-2010)
Gorgito Hermoso poema de los recuerdos del cuidado de la madre.
ResponderEliminarEs un lindo homenaje a ella