CRÓNICA DE UNA VIDA ANUNCIADA
Y la universidad sigue cerrada hace más de un mes. Y la sociedad anestesiada viendo cómo el Estado se encuentra en manos de parásitos quienes al final son los que deciden sobre el proyecto de país. Por eso les asusta tanto una Colombia educada, porque dejarían de votar por ellos. Por eso quizás se deba volver a lo esencial, al relato de vida que nos permita descubrir quiénes somos y lo que podríamos hacer si nos lo proponemos. Por eso la carga ética y axiológica es el propósito de la escritura que se le ha propuesto a estos jóvenes que quieren cambiar el destino del país y hacerlo moderno desde la ética encarnada. Gracias a Paula y a Marisol por compartir su historia...
MFP
CRÓNICA DE UNA
VIDA ANUNCIADA
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Paula Alejandra Torres |
Paula Alejandra
Torres G.
“Cáete siete veces, levántate ocho.”
-Proverbio Japonés.
BEFORE
La
señora Marisol nació en la ciudad de Tunja un día de Enero de 1973. Vivió
su infancia y adolescencia alejada de sus padres debido a la situación
económica de su familia; cursó hasta el grado quinto de primaria porque no
había forma en la que pudieran darle más estudio. Cuenta que en su infancia
sufrió mucho por cómo eran las cosas y que ella no las podía entender.
Como
no vivía con sus padres tuvo que crecer sola; tuvo que aprender a defenderse por ella misma desde muy pequeña,
aprender a madurar a la fuerza; incluso llegó a trabajar desde los diez años de
edad. Vivió y vio cosas que una niña de su edad no estaba preparada para
soportar.
Sin
embargo no todo era malo, en el tiempo que estuvo en la Escuela se destacó como
una alumna aplicada, siempre le gustaba participar en las actividades y ayudar
a la gente en cualquier cosa que le permitieran.
Cuando
terminó de cursar primaria sabía defenderse con los conocimientos que había
adquirido y por su cuenta se dispuso a aprender. Siempre se ha considerado
fuerte y capaz de enfrentarse a todo lo que la vida ponga en el camino; dice
que el miedo no debe existir en una persona porque eso le impide progresar; y
así fue creciendo poco a poco, dándose cuenta de que siempre en la vida uno
debe superarse; debe tener presente que siempre las cosas mejorarán porque Dios
nunca nos abandonaría y es Él quien pone la fuerza en uno para poder superar los
obstáculos.
Su
adolescencia se basó en trabajar en cosas que le salieran; como no tenía la
oportunidad de estudiar tenía que buscar algo qué hacer y qué mejor que
trabajar para ayudar en el sustento de la casa en la que a ella la habían dado
techo y comida.
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Hermosas montañas de Arcabuco. Fotografía de Paula Torres |
Considera
que fue muy rumbera, recuerda que desde los trece años no había fiesta que se
perdiera y las recuerda con alegría porque en ese tiempo todo era distinto, los
hombres cuidaban y respetaban a las mujeres con las que salían; en las fiestas
no había mucho licor, ni drogas, ni algo similar; eran más bien como para salir
a bailar y disfrutar con amigos y amigas; como es una persona colaboradora y
amable, tuvo muchos amigos.
Siempre
ha pensado que cuando se trata de amistad verdadera son mejores los hombres, en
ellos casi no habita la envidia, el chisme y mucho menos la traición; ella era
la niña del grupo, la consentida y aún lo sigue siendo porque afortunadamente la
amistad ha sido tan grande y tan valiosa que hasta el momento se ha conservado.
LOVE,
DECEPTION AND SOMETHING MORE.
A la
edad de diecinueve años llegó una clase de amor a su vida que llegó a confundir
con el amor verdadero; ese amor que uno piensa que será para siempre; ese amor
que hace creer que van a estar juntos pase lo que pase; ese amor que no importa
quién llegue quien llegue, o estén donde estén, resiste. Ese amor que cura las
heridas del pasado pero que luego de un tiempo comienza a dejar incluso unas
más fuertes.
Todos
estos sentimientos nuevos y lindos llegaron con Alejandro, un estudiante de la Institución Educativa
Técnico Alejandro de Humboldt del municipio de Arcabuco.
Marisol
se encontraba trabajando en la cafetería de dicha institución y eso fue lo que
los llevó a conocerse. Alejandro tenía dieciséis años y a diferencia de Marisol
no había tenido parejas amorosas. Ninguno de ellos se había enamorado de
verdad.
El
noviazgo duró tres años; doña Marisol recuerda a Alejandro como un estudiante
ejemplar y con metas en su vida. Dice que ese noviazgo fue una de las cosas más
bonitas que marcaron su existencia; afirma que fue uno de esos noviazgos respetuosos,
amorosos, detallistas e independientes porque debido a que ella trabajaba en la
cafetería estaba en la obligación de hablar con mucha gente, y Alejandro
entendía muy bien esa dinámica.
Vivieron
su noviazgo durante tres años de la forma más bonita; se tenían tanto amor que
decidieron dar un gran paso y demostrárselo de una manera diferente y valiosa,
y en una de esas demostraciones, doña Marisol quedó embarazada.
Lo
primero que hizo fue contarle a Alejandro; él se puso muy feliz por la noticia;
se sentía el hombre más dichoso del mundo y tenía todas las ganas de salir
adelante, en familia; hacía planes a futuro, consiguió trabajo y no hacía nada
más que pensar en vivir esa gran noticia.
Desafortunadamente
aquello tan bonito le duró tan solo tres meses; Alejandro tenía un problema muy
grande y era que estaba metido en las drogas y cuando se dice metido, debe
entenderse que estaba metido hasta el final; tanto que prefirió irse por ese
lado a seguir con el amor que le tenía a su nueva familia.
En el
cuento de las drogas conoció a otra mujer y eso lo llevó a negar el embarazo; a
pesar de todo, Marisol no lo dejaba de amar, y en lugar de que el amor que le
tenía se disminuyera fue aumentando más y más. Calla un momento y dice que es la
hora que no sabe, que aún no entiende si en realidad era amor, costumbre o
apego; recuerda que le reclamaba mucho, pues aún no estaba preparada para dejar
la relación atrás y menos después de saber que iban a tener una hija.
Cuando la niña nació, Alejandro se desesperó; se arrepentía de haberla negado durante
casi todo el embarazo; quería volver pero Marisol estaba tan dolida por todo lo
que había tenido que pasar que no se lo permitía. En un arranque de
desesperación, Alejandro se robó la niña del hospital. Fue un momento de angustia
y preocupación para los dos; para Alejandro de locura y amor porque se dio
cuenta del gran amor que le tenía a su hija.
Las cosas de una u otra
forma trataron de arreglarse ente ellos, pero como era de esperarse no iba a
durar mucho tiempo el encanto, pues Alejandro volvió a recaer en las drogas y
esta vez fue incluso más grave que la anterior, porque maltrataba física,
mental y verbalmente a Marisol, hasta tal punto en que ella le llegó a coger
miedo.
Vivió
así prácticamente durante dieciséis años; Alejandro iba, se quedaba una noche
con ella y se perdía por un tiempo, no respondía económicamente por la niña, y
Marisol lo aceptaba debido a la costumbre.
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Vista panorámica de Arcabuco. Fotografía de Paula Torres |
Cuando la bebé tenía tres años de edad y la situación con Alejandro estaba tan
complicada, Marisol se refugió en su amigo de confianza, Luis, quien ya tenía pareja
pero quien también estaba pasando por un
mal momento en su relación. Sus respectivas situaciones los empujaron a
encontrarse. Así nacería un hermanito para la niña.
Marisol
se fue para Bogotá todo el embarazo; trabajó en una casa de familia. Recuerda
con tristeza que el día que le dieron los dolores de parto tuvo que caminar
tres horas para llegar al hospital donde nació su hijo. Luego de tres días de
nacido el niño, ella decidió regresar a Arcabuco a ver cómo el padre se negaba
a responder por él aunque le dio el apellido.
LIFE PROYECT.
La
señora Marisol consiguió trabajo en un restaurante en el turno de la noche;
trabajó allí por doce largos años. Era un trabajo pesado; salía muy cansada
porque trabajaba doce horas y le pagaban muy poco; además casi no compartía con
sus hijos, ella trabajaba de mesera y también en la cocina, lo que le dio la
idea de salirse de ese trabajo y vender por la calle con su “carrito”, pues
pensaba que si ella tenía el conocimiento en cocina por qué no trabajaba para
ella y no para otros.
En el
carrito vendía avena casera, salpicón y empanadas; y así fue que se ganó la
vida durante seis años; con el trabajo del carrito se dio cuenta que le gustaba
la psicología porque entre avena, empanada o salpicón, terminaba siempre hablando
con la gente; las personas le contaban sus historias.
Éste
gusto por la psicología la llevó a inscribirse en la educación para adultos que
brindaba la Institución Educativa Técnica Alejandro de Humboldt. Y allí, luego
de tres años se graduó de bachiller.
Con
el carrito le iba muy bien pero empezó a sufrir de un dolor en la cadera; así
que tomó la decisión de arrendar un local y montar su negocio como se debe, y
con él hasta el momento le ha dado estudio a su hija quien se está formando
como Ingeniera Ambiental, mientras su hijo está prestando el servicio militar
pero sueña. Ella termina la entrevista diciendo que espera que su hijo también
vaya a la universidad y se va a seguir atendiendo su negocio.
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