EL PROFESOR CIERRA LOS OJOS VOL.2
1. Esta semana miserable han asesinado a 5 niños, unos iban a volar cometa porque estamos en agosto y otros iban a entregar sus tareas... y a otro le cortaron un brazo por su identidad sexual. Este país está enfermo. Nadie organizó una caravana para protestar por esa situación, como sí lo hicieron para protestar porque la justicia a veces funciona en contra de los señores de la muerte que se acostumbraron que la democracia es un tumor que debe ser extirpado... 2. Hoy hace 21 años mataron a Jaime Garzón; es probable -como todos los años- que la hermana vaya al poste en el que terminó estrellándose el carro, deje un arreglo floral, ore, e intente mantener la memoria de ese hombre que a punta de risas enseñó que de lo que se trata todo esto es de tener dignidad y de exigir que se la respete... 2.1. Hace unos 3 o 4 años intentamos, a través de una consulta, ponerle un nombre a nuestro colegio; nuestra idea era que se llamara IE JAIME GARZÓN QUEBEC. Eso como parte de una estrategia de mejoramiento de la imagen y de recuperación de esa cuestión etérea que llaman "sentido de pertenencia"... pero la actividad fue censurada, acallada, amordazada desde una posición dogmática que eludió discusiones o debates (como se supone que pasaría en un espacio educativo); al final decidimos que así bautizaríamos a la clase de sociales y así surgió la Cátedra Jaime Garzón. 2.2. Lo bello es que algunos de los egresados pilos cada vez que mencionan el colegio de donde salieron; dicen que se graduaron en el Jaime Garzón o que los expulsaron del Jaime Garzón, y yo a veces digo que trabajo allá, en el Jaime Garzón (que tiene zona campestre y todo) -¿ahora entiendes por qué a la kakistocracia no le gusta la ciencia ficción? (se trata de un chiste político, el que necesite ayuda me dice)-. 3. Estamos en paro los docentes... la salud de los maestros es una COMPLETA PORQUERÍA, por eso estoy en paro ayer y hoy... y porque siguen matando a líderes sociales, y por los niños, por Garzón y sus lecciones... y porque llevamos semanas en las que mueren más de 300 personas y el gobierno habla de clases presenciales... Y por el Paro, y para ampliar las reflexiones este día, comparto el siguiente artículo escrito por un profesor desde un colegio que no existe en un país que hace todo lo posible por no existir como en la ciencia ficción... Pasen la voz si pueden y luego la seguimos:
MFP
EL PROFESOR CIERRA LOS OJOS VOL. 2
Les
confieso que cada vez que dudo de mi oficio como docente vuelvo a ciertas
palabras de Borges. Me detengo en ciertas líneas y las deletreo en mi mente
hasta que actúan como una droga tranquilizante; como un placebo, supongo. Cada
vez que me acuerdo del salario que me pagan, o cada vez que debo soportar la
intransigencia, soberbia, indiferencia, prejuicios, escasos resultados, o los
sucesos macondianos, comalianos, kafkianos, etc., o mejor dicho, todo eso que sucede
no solo en la escuela sino en todo lo que tiene que ver con ella, como las
políticas de los gobiernos de turno, o eso que llaman con justicia el MEN
(Ministerio de Educación), o esa vocación de servidumbre que es demasiado
palpable en muchos jóvenes y en muchos docentes, que pregonan discursitos que
solo unos pocos intentan encarnar, para sosegarme, vuelvo a Borges y a sus
palabras sin sosiego: “Nada se edifica sobre la piedra, todo se edifica
sobre la arena, pero nuestro deber es edificar como si fuera piedra la arena”.
¿Esta
no es la labor del maestro en estos momentos tan inhumanos en los que ese
concepto ha sido degradado y sometido a la indignación y la miseria? ¿No son
los maestros esa piedra que una más otras conforman la muralla, la columna, el
templo del saber, a donde llegan a humanizarse los habitantes de este país, tan
ávido de dignidad, imaginación y sabiduría? ¿No es la escuela el oasis
para este desierto mediático de incertidumbre? Piedra y arena. Símbolos de una
sociedad que pareciera despreciar la labor tan necesaria de quienes tenemos la
obligación de recordar, que es el conocimiento una posibilidad de humanización.
Alguien dirá: “El sueño de la razón engendra monstruos”, citando a Goya, para
recordar que el conocimiento no es solo racionalidad instrumental, y tendrá la
razón desde ese escenario. Sabemos que el conocimiento que cede al fetichismo
del contenido no es más que un dato para participar en “¿Quién quiere ser
millonario?”, un cascarón vacío de sentido ético, estético, axiológico,
ontológico, etc. Y, sin embargo, el mismo conocimiento llevado al rigor poético
despercude y oxigena el problema de lo que significa ser ciudadano en este
mundo de hoy. Conocimiento y contenido sí, pero capaces de trascender e ir de
la mano con el desarrollo de habilidades de pensamiento que permitan al
estudiante rastrear el sentido del mismo, y su importancia para la construcción
de un proyecto de nación humano.
Les
confieso que cada vez que dudo de mi oficio como docente, vuelvo a ciertas
palabras de Borges. Me gusta repetir la línea que dice: “La puerta es la que
elige, no el hombre”. Esta línea me sirve para ser romántico. ¿Y qué maestro
que se precie de tal, no lo es? ¿Acaso el maestro no fue elegido por alguna
energía universal o por alguna divinidad, para levantarse cada día y compartir
el asombro? El asombro de estar vivos y el asombro de pensar, de reconocer en
el otro a un prójimo al que puede tocarlo la belleza del lenguaje, la belleza
de los diversos infinitos que posee el saber. Por estas razones, se me hacen
sospechosos, no sólo aquellos dictámenes que no surjan del aula o de intentar
transmitir esa experiencia, sino de esa parcelación paulatina del conocimiento;
cada vez más cátedras que parecen feudos, y que hacen discutible la posibilidad
de un saber integral o interdisciplinario, y que han vuelto la escuela un
territorio kafkiano y burocrático, incluso medieval, en un sentido negativo de
la palabra.
Y
luego, suponiendo que asistimos al desmantelamiento de la escuela como
“territorio libre del sueño”, diciéndolo en palabras de Juan Manuel Roca, o a
la destrucción de ese “tercer espacio” en el que es posible la ilusión, como lo
pensó de manera bellamente radical, Rodrigo Argüello, en ese ensayo que publicó
en el libro Ciudad gótica, esperpéntica y
mediática (1998), entonces nos queda otro aforismo borgesiano: “Que la
lámpara de un hombre se encienda, aunque ningún hombre la vea. Dios la verá”.
Las
estadísticas indican que en las últimas décadas han sido asesinados más de 1200
profesores. Otros tantos han sido amenazados, otros cientos se encuentran a
merced de sus propios colegas, estudiantes o de padres de familia, otros son
ninguneados por los burócratas de las secretarías de educación, o aplastados
por directivos infames que más parecen adecuarse al dispositivo carcelario en
sus frustradas vocaciones castrenses: les tocó ser profesores.
De
eso se trata todo esto. De tener el valor civil de entrar a un espacio
carcelario (uniformes, reglas, patio, fugas, alarmas, vigilantes, alucinógenos,
relaciones de poder, hambre, matoneo, agotamiento del instinto y del deseo a
través de la experimentación y la crueldad), para intentar hacerle entender a
los “pobres condenados” (docentes, padres de familia y estudiantes) el valor de
la libertad de la mano del pensamiento. Y perdonen la ironía, pero sé que más
de uno se verá reflejado.
Otros
docentes desesperanzados y pesimistas, pero con esperanza a pesar de todo,
porque comprenden que el cambio se hace uno a uno, en un aula en la que ya no
cabe ni un estudiante, en la que confluyen la pobreza y toda su prole de
problemas (maltrato, hambre, vicios, antivalores, criminalidad, etc.), y sobre
ese escenario, la posibilidad de analizar nuestros espacios vitales, quizás
elucubrar sentido y finalmente, pensar.
Cada
vez que advierto estos y otros muchos problemas, recuerdo a Borges y sus
palabras sin sosiego. Y luego pienso que siempre alguien escucha al
maestro, y que por esos que escuchan, el maestro se levanta y se prepara,
mientras al otro lado de la ciudad el estudiante se levanta y se prepara, a
pesar de la miseria y a pesar del mundo, porque ese es el maestro que se acerca
a lo que se merece, y entonces vale la pena ir al “campo de concentración” a
escucharlo. Moraleja: El estudiante debería pensar que en ocasiones tiene el
maestro que se merece. Pero leamos a Borges:
7.
Feliz el que no insiste en tener la razón, porque nadie la tiene o todos la
tienen.
15.
Que la luz de una lámpara se encienda, aunque ningún hombre la vea. Dios la
verá.
33.
Da lo santo a los perros, echa tus perlas a los puercos; lo que importa es dar.
40.
No juzgues al árbol por sus frutos ni al hombre por sus obras; pueden ser
peores o mejores.
41.
Nada se edifica sobre la piedra, todo sobre la arena, pero nuestro deber es
edificar como si fuera piedra la arena...
Ese
es el poder del asombro a través del lenguaje, a través del poder de la palabra
y del diálogo, propicias para ese desierto de país en el que al año violan a
más de 24.000 niños, en el que hay casi 9 millones de desplazados, en el que
asesinan a más de 50 seres humanos cada día, en el que mueren niños de hambre o
de sed. Este panorama nos recuerda a los maestros que a través de nosotros se
defienden la dignidad y la democracia, y que esa función social debe ir de la
mano de la imaginación y del asombro porque ya Borges lo había dicho en uno de
sus cuentos: la falta de imaginación es lo que mueve al hombre a la barbarie.
(Columna publicada el 12 de Marzo del 2016 en Palabra Maestra)
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