LA ESCUELA ESE CAMINO CONSTRUIDO POR EL CORAZÓN

 

PALABRAS DE RIGOR PARA PEDRITO ÁLVAREZ




Dicen que a eso de la 1:00 am del día de hoy, el corazón del Maestro Pedro Álvarez se detuvo. La noticia la comunicó Arleys San Martín a través de su estado de WhatsApp y la confirmó Eliécer Nova, a través de una llamada telefónica. En ese momento, yo estaba releyendo el artículo del poeta Álvaro Neil Franco que leerán a continuación y tan propicio para rendir un homenaje al Maestro que se va, y pensé en lo especial que resulta que los amigos asuman la tarea de cargar el nombre del amigo que fallece, y en ese nombre los recuerdos y su presencia, y en esa presencia la sabiduría y la integridad de Pedrito. Eso lo hacía uno de los mejores maestros de esta polis y uno de los más recordados por sus alumnas, exalumnas, alumnos y colegas. A comienzos de este año, leí en algún número de la revista Sophos, uno de los artículos de Pedrito; ésta vez escribía sobre Paul Ricoeur y su simbólica del mal, y me sorprendí gratamente al ver que se aprovechaba el espacio para reflexionar desde algunos de los planteamientos del filósofo francés; creo que compartí el asombro con quienes fueron sus alumnas, en alguna de las pocas clases que tuvimos este año... Mientras leía el artículo, pensaba en que a lo mejor, en el siguiente encuentro, podríamos compartir un tinto conversado, esta vez, sobre esos afectos comunes, Ricoeur y una fe apesadumbrada en la educación en un país tan violento e indiferente como el nuestro... Esta mañana, cuando comprendí la noticia lamentable, en el transcurso de los segundos que duran esos estados de WhatsApp, sentí que me recorría un escalofrío y algo de tristeza me obligó a levantarme del escritorio y asomarme por la ventana a ver la nada; solo atiné a recordar a Hans, su hijo, corriendo junto a mi hijo en los pasillos y salones del Liceo; con esos abrigos azules y largos y esos buzos blancos. En un instante pasan tantos años y la muerte se lleva a los amigos, a los familiares, a las mascotas y a los Maestros... Ojalá bajo la piel llevemos sus lecciones. Un abrazo para la esposa y para el hijo del Maestro; y un saludo a Pedro, quien debe estar departiendo ahora con el selecto grupo de sabios a la diestra... y una disculpa para el poeta Álvaro Neil Franco, por aprovechar su ensayo para hacerle un homenaje a ese gran docente de la ciudad de Duitama. Ahí nos vemos... En este momento andamos en busca de sus ensayos para compartirlos con toda la comunidad.  


LA ESCUELA ESE CAMINO CONSTRUIDO POR EL 

CORAZÓN

 

Por Álvaro Neil Franco Zambrano


Docente en el colegio Antonio José Sandoval Gómez

de la ciudad de Tunja


En la película oriental “Camino a casa”, el profesor construye su escuela en un camino, donde los cantos de los niños hacen saltar de alegría el alma de las flores. La educación es un camino abierto por la sabiduría del corazón, nos enseñó el viejo Henry Miller. Alguien dijo por ahí que solo se puede enseñar  lo que se ama. Por eso las mejores escuelas y colegios tienen como base el asombro, la pasión, el placer y el deseo.  Son muy conocidas las afirmaciones de Borges sobre la lectura: “Si un libro es tedioso para ustedes, déjenlo… ese libro no ha sido escrito para ustedes. La lectura debe ser una forma de la felicidad”, “La lectura no debe ser obligatoria. El placer no es obligatorio, el placer es algo buscado”; “La grandeza no es una cosa fortuita, sino que debe  ser deseada” (91), Van Gogh en sus Cartas a Théo; ni la escuela ni el colegio son un espacio físico; son un camino que se va haciendo a medida que vamos caminando, como ocurre en la vida, “caminante no hay camino se hace camino al andar”, nos enseñó don Antonio Machado.

En otras palabras, si el colegio es un lugar es el lugar de la imaginación, el pensamiento crítico y el sentimiento. Pero ese camino hay que abonarlo con canciones, como el profesor que mencioné al inicio de este escrito, con frases  que nos ayuden a levantar y pulir el espíritu por medio de reflexiones que digan mucho con pocas palabras: “Con las piedras arrojadas/ contra mí/ he construido los muros/ de mi casa”, nos dejó escrito en la piel, Anise Koltz. Metáfora de cómo, a pesar de las vicisitudes, nos sobreponemos para convertir los obstáculos en una parte fundamental de nuestros sueños. Con juegos donde busquemos nuestra esencia de animales humanos en el espejo de la naturaleza. Con poemas que nos ayuden a sospechar de nuestro talento y que nos den motivos para seguir  podando nuestros versos hasta el día en que empecemos a escuchar los ecos de la que sería nuestra propia voz, cantando en las verdes ramas de un verso.

Recuerdo ahora el poema que Kavafis le escribe a la verde Ítaca de ensueños y nostalgias: “Cuando emprendas tu viaje a Ítaca/ pide que el camino sea largo,/ lleno de aventuras, / lleno de experiencias… Pide que el camino sea largo/ Que muchas sean las mañanas  de verano/ en que llegues –¡con qué placer y alegría!-/ a puertos nunca antes vistos”. Una posible interpretación de los versos anteriores, deja entrever el gusto y el asombro con que nos acercamos a lo desconocido. Especialmente, cuando queremos conocer ese algo que es una carencia para nuestro espíritu. De alguna manera los versos también dan a entender que uno para aprender algo en la vida, debe dejarse vivir, y sobre todo no apresurar las cosas -menos en educación-. Cabe resaltar que toda aventura implica un riesgo. Y que debemos asumir ese riesgo si queremos aprender algo nuevo. Que son las experiencias las que nos convierten en sabios, porque es conocimiento que aplicamos para resolver las diferentes situaciones que se nos presentan en la vida.

En la parábola de Aquiles (El de los pies ligeros) y la tortuga, la tortuga le  gana la carrera a Aquiles, no porque este último le otorgue una enorme ventaja, sino porque la tortuga tiene más tiempo para leer con suficiente calma lo que se va encontrando en el camino. La observación es una facultad que nos permite abrir los caminos de la creación y de la investigación. Por eso cuando arribemos a Ítaca, seremos un poco más sabios con todo lo que hemos aprendido en el camino. Digo poco porque entre más sabios más sencillos.

Recuerdo también el camino de dificultades y búsquedas interminables emprendido por Van Gogh. Camino que pasa por el estudio de pintores como Rembrandt (y su mundo de sombras); Millet, de quien aprendió que “el arte es un combate; en el arte es necesario jugarse hasta la piel” (65); Mauve, a quien le escuchó estas sabias palabras: “No  hable ya de Duprét, háblame más bien de ese borde del barranco”, entre otros (74). Es por eso que para Van Gog: “No es tanto a la lengua de los pintores como a las de la naturaleza a la que es necesario prestar oídos” (74). Se puede concluir con el poeta mexicano Jaime Sabines, que los amorosos del arte y de la vida: “Nunca han de encontrar, no encuentran, buscan”. Tal vez porque uno nunca se puede conformar con lo que encuentra, porque la esencia de la vida siempre está en el siguiente paso y finalmente porque nunca se está concluido mientras haya deseo. Ahora bien,  el camino del arte consiste en  viajar hacia sí mismo.  Van Gohg viajó hacia sus propias formas y colores, escuchando el silencio y el alma de la naturaleza. De ahí sus girasoles que nos miran con sus ojos de fuego, sus mares de trigo donde se escuchan las tormentas que inundan su espíritu, sus cuervos que nos sacan los ojos para que aprendamos a mirar con el corazón la danza de  sus cipreses enamorados  de la luna.

Van Gogh también tuvo en cuenta las palabras de Whistler: “Sí, he hecho esto en dos horas, pero he trabajado años para poder hacerlo en dos horas” (95). Frase que se abraza con la reflexión sobre la rapidez que teje Alonso Takahashi con base en un cuento citado por Calvino en Seis propuestas para el próximo milenio: El rey le pidió a Chuang Tzu (Zhuangzi) que dibujara un cangrejo. Chuang Tzu contestó que necesitaba cinco años y una casa con doce servidores. Pasaron cinco años y Chuang Tzu dijo al rey: "Necesito otros cinco años" y el rey se los concedió. Transcurridos los diez años, Chuang Tzu tomó el pincel y con un solo trazo dibujó un cangrejo, el cangrejo más perfecto que jamás se hubiera visto. Takahashi dice que Chuang Tzu invirtió esos diez años preparándose para su tarea. En esa tarea Chuang Tzú se dedicó a contemplar los cangrejos que pasean sus recuerdos por las playas, a mirar cómo algunos de ellos se esconden debajo de las piedras de los ríos como si fueran  planetas  que están por  descubrirse,  a estudiar los pintores que pintaron cangrejos trepándose a los cocoteros, cangrejos sacando los ojos y enseñando sus tenazas para defenderse de esa plaga que llamamos turistas.

Lo interesante del cuento es que se titula Rapidez, pero el pintor chino invirtió diez años para poder pintarlo en un instante. Se nos va toda una vida de inspiración y trabajo para lograr lo que queremos. Esta clase de rapidez es la que se debe compartir en los caminos por donde pasa nuestra formación. Takahashi termina su discurso con esta especie de haiku: “Y quiero mencionar a la Universidad Nacional porque, aunque debe fijar metas y plazos, también sabe esperar, paciente y confiada, a que alguien dibuje un cangrejo”.  Vale la pena esperar toda una vida cuando se crea algo propio y se deja a un lado tanta repetición de contenidos que lo único que nos enseña es a repetir sin sentido lo que otros repitieron de otros, hasta el fin de los tiempos, sin saber por qué.

Otro camino bien particular es el recorrido por los pinceles del viejo pintor chino Wang-Fô. Camino que se detiene a mirar hasta inmortalizarse el vuelo irisado de las libélulas, el titilar de grillo que viaja en las estrellas. Las montañas donde palpitan la sabiduría y la serenidad de los dioses del cielo. Este camino desemboca en un mar de colores donde Wang-Fô ahoga la soberbia y la arrogancia del emperador, quien lo condena a la muerte piadosa de quitarle las manos y sacarle los ojos, por haberle mostrado realidades que solo existen en la imaginación y los sueños del pintor. Este mar cobra vida y salva la obra y los días del pintor, gracias al recorrido hedonista de Wang-Fô, y deja una estela para que sus discípulos alcancen, como él, la inmortalidad.

En la Grecia Clásica, Aristóteles fundó la escuela de los peripatéticos, la cual se  basaba en un paseo que el maestro y sus discípulos daban alrededor de un jardín, al tiempo que reflexionaban sobre los enigmas que nos va planteando la vida. El vocablo peripatético significa itinerante: Ruta en la que se describen los lugares por los que se pasa.

Esta escuela es tan universal que encontró de alguna manera un seguidor en Colombia: Fernando González, el filósofo de Otra Parte, quien en su libro “Viaje a pie”, parte del  valle de Aburrá hacia Manizales, pero sobre todo hacia la soledad, es decir hacia sí mismo, acompañado por un bordón y un morral que lo llevarán paso a paso por la lluvia horizontal que llena de vida los yarumos blancos, por el silencio y las ideas que van creciendo en las montañas de Antioquia y de Caldas.

En este viaje, Fernando González concibe el camino como un espacio donde siempre somos aprendices prestos a bebernos la vida por medio de nuestros propios ritmos y sentidos: ritmo para caminar y escribir, mientras la música de la naturaleza le ayuda a tejer sus ideas. Ideas irreverentes que fundan el derecho a no obedecer, porque no se trata de adoctrinar sino de abrir el sendero de la inteligencia a  través del escepticismo y la duda. Sentidos para percibir la sombra que refresca los ríos y hace florecer a los cuerpos que no se quedan quietos. Porque “un beso se da y no se pide”. El movimiento es una  forma de conocimiento que siempre está pidiendo más camino. “Después de otro lado, hay siempre otro nuevo lado para conquistarse…”, dejó escrito en el mar de su infancia, Lêdo Ivo.

Finalmente, en “Camino a casa”, el profesor muere en un pueblo lejano y la familia no cuenta  con recursos económicos para trasladarlo a su lugar de   origen. Sus estudiantes que se encuentran en diferentes ciudades y poblaciones de China, no olvidan el camino que un día les ayudó a alcanzar sus sueños y regresan a despedir al hombre que les compartió la felicidad de aprender cosas nuevas. Lo transportan a  pie (como agradecimiento) hasta su aldea natal, para que su alma nunca olvide el camino que lo trajo al mundo. Camino donde sembró las semillas de la ética en el corazón de los niños.

REFERENCIAS:

Borges, Jorge Luis.

https://www.google.com/search?sxsrf=ALeKk03iRCurQFnL7yM_2mcCUj4RVHsTWw:1594250408420&source=univ&tbm=isch&q=borges+frases++la+lectura&sa=X&ved=2ahUKEwjM_5rK5b7qAhVFdt8KHVxECcEQsAR6BAgBEAE&biw=1366&bih=625

Camino a casa. https://www.youtube.com/watch?v=N9sDXi69kDk

González,Fernando.http://www.eafit.edu.co/cultura-eafit/fondo-editorial/colecciones/Paginas/viaje-a-pie.aspx

Ivo, Lêdo. http://ikarusflight.blogspot.com/2009/08/la-infancia-redimida-ledo-ivo.html

Kavafis, Konstantino. http://lassandaliasdeulises.com/camino-a-itaca-poema-kavafis/

Machado, Antonio.https://www.zendalibros.com/caminante-no-hay-camino-de-antonio-machado/

Sabines, Jaime. https://www.youtube.com/watch?v=YMU1RKzt9cw

Takahashi, Alonso. El maestro y su oficio.file:///C:/Users/profe/Downloads/12354-31740-1-PB%20(1).pdf

Van Gogh, V. (1994). Cartas a Théo. Barcelona: Editorial Labor, S. A.

Yourcenar, Marguerite. https://proyectandoleyendo.files.wordpress.com/2010/09/como-se-salvo-wang-fo-marguerite-yourcenar1.pdf

Zenón de Elea. https://www.xatakaciencia.com/matematicas/aquiles-y-la-tortuga

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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