POEMAS DE DARÍO RODRÍGUEZ
POEMAS DARÍO RODRÍGUEZ
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El Principito. Darío Rodríguez. Saúl Gómez Mantilla. Henry Alexander Gómez. Álvaro Neil Franco. Miyer Pineda Sábado 22 de julio del 2017. Biblioteca Pública Zenón Solano Ricaurte. |
Darío Rodríguez es un mundo tenebroso. Ha
cartografiado la memoria de los espacios desde una precisa y personal forma de
dolerse de lo real. Su cartografía contagia y la ha depurado desde distintos
dominios: del teatro tomó la máscara; de la filosofía tomó el poder de la duda;
de la teología la posibilidad de conversar con lo sagrado a través del
silencio; del cine una banda sonora poblada de imágenes, cigarrillo y
contundencia. Se armó para ir por la vida y cortejarla mejor, porque si algo
permiten las artes es conocer la palabra intensidad. Luego se acercó a la prosa
para cartografiar sus búsquedas y la nostalgia que surge al comprender que se
está vivo. Sólo así se puede aceptar una banda sonora y solo así se puede
caminar por la ciudad. Algún día se
contará que Darío Rodríguez caminó las calles de esta ciudad que extermina la
memoria con su frivolidad. Algún día escarbaremos baúles y encontraremos una
obra maestra (nos lo debe), aunque en una de sus máximas quizás nos diga que la
gran obra maestra, no es más que la expectativa.
Si Capítulo (2007)
tiene algo que preocupa no es la sobriedad de los poemas, o esa forma de captar
lo cotidiano, o ese estilo de construir la máxima como una fotografía
filosófica. El problema es la desaparición y la provocación de esa conclusión:
lo humano ha desaparecido, solo quedan los restos de una posibilidad, y el
duelo o la carcajada que esto significa. Tuvo que venir The Leftovers (Lindelof y Perrota) para ponernos a pensar en eso
que la literatura siempre ha señalado para iluminar los caminos del
pensamiento: lo humano no es posible, o si lo fue, ya no lo es, solo queda el
dolor de comprenderlo.
Esta selección de poemas ha sido tomada de la
Antología de poesía colombiana Desde el
umbral II (Uptc, 2009) y de Capítulo (Garcín,
2007).
Miyer Pineda
ONETTI
Ese hombre lleva varios meses
En busca de una historia Fuma
Bebe los restos de un vaso con vino
Mira la ventana duerme Fuma
Conversa sobre asuntos importantes
De espaldas a su mujer Duerme
Busca una pluma perdida por días
Fuma Sirve más vino en el mismo vaso
Escribe un papel sobre sus piernas
Recuerda a los amigos muertos Fuma
Recibe a un par de periodistas
Duerme Sucede en Madrid
Piensa esa es la historia
LEGADO
Esa joven ríe
Junto a su novio
Nos recuerda los gestos
Del primer día en que la vimos,
Frente al sepulcro de su padre
Roja,
Se echa hacia atrás
Como si la empujaran;
Cierra los ojos
Con decisión.
Cree protegerse con las carcajadas.
Por un momento pensamos que lloraba.
ELEGÍA
El día en que murió Henry Luque Muñoz
Comenzaba un partido de fútbol en el televisor
Los ancianos acomodaron las sillas, se incorporaron
para ver mejor.
Con ellos, la vendedora de lotería, una muchacha, y
el mesero, asido al teléfono, asomaban cabezas o preguntaban por el marcador de
vez en cuando.
Los jugadores aparecieron en la pantalla, leones y
hombres del circo romano.
Se escuchaban gritos de triunfo, se sospechaban,
entre el vendaval de humo, los pitos de taxis. La música del equipo de sonido y
sus inútiles contorsiones eran desatendidas.
“¿Luque?, ¿Cuál Luque?” preguntó un compañero de
mesa, sin mirarnos.
1992
En la puerta de tu casa,
Liliana Malagón,
Tu hermana más pequeña
Recibe las visitas
De todos sus novios.
Te recuerdo en lo mismo,
Años atrás.
Muchos te visitamos.
Hoy
Eres un poco mayor
Y sola
Te sientas
Frente a esa puerta
De tu casa
Liliana
Con un pocillo,
Descalza,
A mirar pasar la gente.
TESTIGO
Fue feliz bajo tus alas
Por una breve pausa
Asegura
Que enjugó tus lágrimas
Que las arrancó con furia
Dijo
Habitar un bosque espeso
Como celoso guardián de tus secretos
No te observa jamás,
No te ha visto.
Es tu hijo
Quien pregunta por ti.
CRÓNICA
La muchacha de la foto va a doblar la esquina.
Su chaqueta azul, la jardinera gris de su propia
historia.
Cabello lechoso que nunca conquistará la espalda
-medias hasta los tobillos, maleta bamboleante-
De ella se habrán enamorado.
La desconocida que abrasó tantos saludos,
Esa niña que explotaba con ruegos de la foto
Va a morir a nuestra vista, va a huir de la esquina
para siempre.
CHARLIE BROWN
Esperamos el mensaje.
Revelará fragmentos del final de nuestras vidas.
No entendíamos de luchas
En el vuelo
El deseo nos llegaba
Subterráneo,
En cielos
ignorados
o perversos.
Entre tanto nos deleitamos
en la resaca
del recuerdo.
¿Quién nos ha traído?
¿Acaso cumplimos una misión?
No lo sabemos
Sólo quisiéramos poder
hablar con alguien.
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ORACIÓN
Danos, Señor, el buen sentido
del moribundo,
La rabia
del seductor
Danos un sitio
donde las canciones corroboren sus
cuerpos
Una, otra vez,
frente a vitrinas y espejos.
Danos, Señor, un cazador,
Un adivino.
Concédenos terminar sin manos
este día,
sin evidencias
Danos, Señor, constancia
del final.
Si es que existe final.
MENTIR ACERCA DE LA NOSTALGIA
Lo sabemos de memoria: todos terminamos
durmiendo de un balazo
o cercenados de sol en una estrella de la infancia.
Un bolero amargo, el primo que nos provoca
vergüenza:
Imágenes de susto, de niño perdido en algún cuarto.
Éramos el actor principal,
con amores mentirosos, una, otra lágrima;
por conseguir un papel, tal vez respuestas, no
importa.
Venimos a cuento: éramos muy pequeños
y nos dieron un dulce, una lista de objetos
que no nos harían felices, un cadáver
Sí, lo sabemos, de memoria lo aprendimos: alguien
dibuja
nuestra faz sorprendida en el sofá.
Sin embargo seguimos masticando silencio.
DAFNE
A veces,
Entre la indolencia y el pavor
Nos replegamos, resbalamos
en tu memoria
para atravesar la noche
o el alba.
PARÁBOLA
Se ha despedido de la madre, entrecierra la puerta.
Con las manos
sucias camina sobre aceras.
Tiene una cita con sus amigos en el pozo
Calor, vacaciones.
Del almacén de telas sale su nombre como un grito
En la voz de la tía, de la hermana.
No se piensa que un niño vaya a morir
en un día como éste.
Muchas gracias por visitar de nuevo a los viejos textos. Como escribió César Vallejo, madre de todos nosotros, "perdón por la tristeza".
ResponderEliminarBuenos poemas Darío... Y gracias por su visita a nuestra Escuela...
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