LA LEPRA



A propósito de esos profesores terribles que tuvimos en el colegio y a quienes sobrevivimos sin darnos cuenta... este poema cargado de justicia poética... Y así vamos preparando el siguiente capítulo de TVQuebrada en el que saludamos a una de las mejores profesoras de Español que existe en este país, a Luisa del Villar Herrera... y que publicaremos proximamente en nuestro canal de YouTube.

De todos los profes de una Escuela, quizás el de Español tiene la posibilidad de enseñarnos a destrozar el mundo a través de la ficción, de la poesía, y del poder de la palabra; quién sabe cómo habría evolucionado la literatura colombiana en sus regiones si estos profes hubieran asumido con responsabilidad y rigor su deber ético de acercarnos al asombro de lo que somos como humanos a través del lenguaje, así como lo hace la Maestra Luisa a quién este poema no le cae, o como lo hace Sebastián Paco o Álvaro Neil Franco o Cata Contreras o Ángela Niño, y seguramente miles más en todo el país, quienes comprenderán críticamente estas palabras y asentirán mientras las leen... Sin embargo escuchar a Luisa y a sus estudiantes demuestra que lo esencial atraviesa todas las asignaturas y que el saber es uno sólo... 

Ojalá la creación fuera el soporte de esta asignatura, porque sería la escudera de la Escuela en su totalidad... Eso es lo que intenta demostrar esa comisión de sabios que asesora al MEN... pero falta algo... Será la didáctica?... Serán los docentes?... El problema estará en las Facultades de Educación? Hago un balance y en realidad son pocos los profes de Español que he conocido, y frente a los que sus estudiantes se quitarían el sombrero... De hecho en ocasiones podrían ser reemplazados por un buen libro, y en muchos casos por una Biblioteca mediocre...

Esto se aplica a todas las asignaturas en las que el fetichismo temático niega las propias búsquedas y en las que la calificación es el látigo que dirige o limita el pensamiento libre... Aún así germina la belleza, a pesar del ruido... y florece el poema en una época en la que la palabra es una falsa moneda.

Un saludo a los docentes de este país que sabrán entender estas palabras... y quiénes hacen todo lo posible por hacer su trabajo yendo un poco más allá de lo esperado, para dar rienda suelta a la imaginación en esos muchachos cada vez más estancados entre sus mentiras y entre las que les brinda este sistema basura...

Damos paso al poderoso poeta chileno Gonzalo Rojas... quién lo padeció, y quién a pesar de esa Lepra, pudo escribir una obra que es una isla de silencio en el ruido que nos absorbe.  

Gonzalo Rojas
Fotografía tomada de
https://www.clarin.com/rn/literatura/poesia/desafio-traducir-Gonzalo-Rojas_0_HJYGWv7iPmg.html

LA LEPRA
                      
                           Por Gonzalo Rojas 

Todavía recuerdo mi clase de Retórica.
Ceremonia del Juicio Final. Un gran silencio
hasta que el Profesor irrumpía: “Sentaos”.
“Os traigo carne fresca.” Y vaciaba un paquete
de algo blando y viscoso
envuelto en diarios viejos como un pescado crudo,
sobre la mesa en que él oficiaba su misa.


“Capítulo Primero.” “El estilo del hombre
corresponde a un defecto de su lengua.” Y mostraba
una lengua comida por moscas de ataúd
para ilustrar su tesis con la luz del ejemplo.

“Mirad: la lengua inglesa no es la lengua  española.”
“Aquí tengo la lengua de Cervantes. Su forma
de espada no coincide
con el hueco del paladar.” El profesor hablaba
de condiciones, rasgos, influencias,
metáforas, estrofas. Y cada afirmación
era probada por la Crítica.

Ahora bien, los puntos de vista de la Crítica
-pobres cuencas vacías-
eran toda esa carne palpitante
saqueada a los distintos cementerios:
lenguas, dientes, narices, pulmones, vientres, manos
que un día fueron órganos de los grandes autores,
hoy tumores malignos servidos en bandejas
por profesores-asnos a discípulos-asnos
adentro de una sala-alcantarilla.


Donceles y doncellas extasiados
copiaban en “papeles” todas las proporciones
de una obra maestra: las leyes de la lírica,
la épica y dramática, causas y consecuencias,
la decadencia, el desarrollo
de las literaturas.

Ante tal entusiasmo,
el olor de los restos de los grandes autores
se mezclaba al olor de esos bellos difuntos
sentados en la silla de su propio excremento,
y una sola corriente de inmundicia era el aire,
mientras la admiración llegaba al desenfreno
cuando ese Profesor: “Si aprendéis nos decía-
los requisitos de la creación,
seréis fieros rivales de Goethe, y superiores”.

Y cerraba su clase.
Guardaba todos los despojos nauseabundos
en su paquete, y con la frente en alto,
coronado en laurel por su buen éxito
nos volvía la espalda como un Dios del Olimpo
que regresa a su concha.


Todavía recuerdo mi clase de Retórica
en que la vida y la belleza
eran un plato de carne podrida.

Yo tuve que cortarme la lengua en la raíz
para librarme de la lepra.


(1948)

Comentario: “He sido profesor, para mal de mis pecados, largamente. Enseñé 60 años Teoría literaria, que no existe. La teoría literaria, ¡si no hay eso! Claro, hay unos cuantos retóricos vivaces, inteligentes, alemanes, italianos, franceses. Pero, a la hora de preguntarse uno: ¿qué es el eje de lo literario, del fenómeno literario?, la teoría es sospechosa”.


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