COLOMBIA, LA PANDEMIA DE LA INDIFERENCIA


En estos días deberíamos comenzar a escuchar a los estudiantes. Hay quienes a pesar del relax de sus profes, o de su extremismo para mantener una normalidad excesiva (imposible de mantener), han comprendido que el problema de la educación es esta posibilidad de comunicación que evidencia el desarrollo de habilidades de pensamiento y de posturas críticas. Unos profes felices sin exigir, y otros, dementes, intentando convencerse de que deben acribillar con actividades a los estudiantes. Cuidado,  Aristóteles lo enseñó... sofrosine... Desde su espacio vital, Ximena ha escrito este ensayo para la clase de filosofía y lo compartimos con la comunidad como una muestra de la visión de mundo de los jóvenes que van a heredar este país... Es necesario leer su texto con cuidado, y resignificar muchas cosas desde su posición crítica. Hay lecciones en lo que dice y nos invita a debatir. Gracias a esta estudiante del Santoto por asumir el liderazgo y demostrar que la lucidez es la raíz de una Escuela ética y digna de recibir tal denominación... y roten si pueden a ver si alguien más lee... todo texto busca a su lector adecuado...
                                                                                                   MFM



COLOMBIA, LA PANDEMIA DE LA INDIFERENCIA

Por  Ximena Stefany Gerena Pachón




“Quien esté ganando en este momento siempre parecerá invencible,
aunque no sea así”

George Orwell.

Colombia es un país indolente. Es como esa mujer, mala madre que abre sus piernas a los extranjeros, y a sus propios hijos los pone a aguantar hambre. Esa Colombia son la clase dirigente, experta en legislar y gobernar en contra de su pueblo y siempre a favor de los más poderosos; lo que no sabemos es por qué se mantiene el espejismo; ya lo decía Bukowski (1965): "La diferencia entre una democracia y una dictadura es que en una democracia primero votas y luego obedeces, mientras que en una dictadura no tienes que perder el tiempo votando”.
El 2020 ha sido un año de desazón a nivel mundial, pero en esta patria, como siempre, se dan a diario sucesos que remarcan aún más la historia con melancolía y dolor.  Es tan duro todo lo que pasa que nos hemos vuelto insensibles. Vivimos en una sociedad enferma, atrofiada: nuestras familias se mueren, asesinan a los líderes que exigen o promueven cambios, la economía azota, los feminicidios por las nubes, el racismo es otra peste y cunde la injusticia; este año ha marcado nuestras vidas y es posible que sea otra costra indescifrable en la piel de las futuras generaciones.
Colombia es la vorágine, el epítome de la maldad y del dolor; para la muestra el caso de María del Pilar Hurtado, una líder social que fue asesinada frente a su casa; las redes sociales nos muestran de varias formas los gritos desgarradores de su hijo; y no se sabe qué es peor, oírlo a él cómo lamenta ver el cuerpo sin vida de su madre, o la impotencia que se siente porque nadie se acerca a consolarlo; y el resto del país, viendo novelas, quejándose, pero vendiendo su voto. Esa es Colombia, es pensar que la muerte no nos acecha, o a nuestro círculo cercano y que por eso la indiferencia es un escudo y no un síntoma. Si le hicieran una radiografía a esta patria del cuarto mundo, saldría la palabra indiferencia con los huesos de las víctimas, dice el profe, y a esa imagen hay que agregarle el hecho de que hijos, padres y madres, ven cómo se derrumba directamente su hogar, arrodillados ante las balas y los violentos. El gobierno mira atónito o cómplice; los políticos se pusieron del lado de los matones para no tener problemas y por eso no hacen nada para detener el genocidio. Mientras, la clase vulnerable del país seguirá poniendo los muertos; María del Pilar Hurtado cumplía los requisitos, mujer cabeza de hogar, afrodescendiente, vivía en condiciones humildes, y se echó encima la maldición de exigir y de pensar que podría tener otra clase de vida o merecer algo mejor: la historia nos ha enseñado que en este país pensar o liderar es ponerse una lápida en el cuello.
El problema de todo esto es que demuestra que sin que se diga o se enseñe, se naturalizó la eliminación de seres humanos que cuestionen cualquier defecto de un sistema que se basa en la injusticia, en la corrupción, en la ignominia; quien se atreva a estar en desacuerdo con el statu quo será marcado y etiquetado como enemigo. Y quien sea explotado no puede manifestarlo porque será declarado enemigo. Luego de 200 años de independencia, se ha enquistado un país en el que se explota y en el que decirlo es un delito; lo irónico es que no es delito saquear el erario público o vivir a costa del Estado; ser corrupto es una forma de ascenso social; y si por algún error del sistema, es descubierto y juzgado, entonces se le endosa a la pareja, a los hijos, a los familiares, el gran negocio de drenar el presupuesto del país; el objetivo es que la ambición de esa deformidad, quede en el mismo círculo. Repugna el pensamiento y tiene que perseguirse, pero no repugna el corrupto, a ese se le premia, se le elige y se le reelige. Y aquellos que lleguen lejos en sus aspiraciones por vía legal, ética y honorable, serán eliminados.
Este año, Colombia cumple 30 años de una vergüenza histórica, los magnicidios de candidatos presidenciales que terminaron llevando a la presidencia a una de tantas caricaturas políticas interesadas en el clientelismo, en los recursos públicos y en la corrupción. En tan solo ocho meses, entre el 18 de agosto de 1989 y el 26 de abril de 1990, Luis Carlos Galán Sarmiento (Nuevo Liberalismo), Bernardo Jaramillo Ossa (UP) y Carlos Pizarro León Gómez (Alianza Democrática M-19) fueron asesinados por la mutación política entre mafiosos y políticos corruptos. ¿Qué tipo de país vendría después? Ya había pasado con Gaitán, y luego con ese pacto criminal llamado Frente Nacional.
 Los casos de Galán, Jaramillo y Pizarro son el vil ejemplo de la nación de hoy, abrieron llagas profundas que aún no cicatrizan ¡Que vaina tan jodida! Teníamos esperanza en ellos, pero los borraron del mapa y ahora sucede lo mismo con nuestros líderes sociales. Esa es la noticia que en los medios no tiene eco porque demostraría que somos un país fallido a merced de la barbarie. Casi 1000 líderes sociales asesinados y contando, y 217 excombatientes de las FARC han sido asesinados porque su lugar es en el monte como pretexto y distracción. La historia nos ha enseñado a odiar a las FARC, pero a estas alturas es ridículo no advertir que la guerrilla no es más que un pretexto para distraer a la opinión pública mientras se embolsillan los recursos. Por eso como jóvenes apoyamos un proceso de paz, aunque vemos con tristeza que somos un país que se acostumbró a la guerra porque es una fuente de empleo y de distracción muy utilizada, y por lo tanto, necesaria, para esa clase política corrupta y mafiosa[1].
No hemos superado etapas históricas salvajes en plena modernidad. Pensamos que un líder social es una anomia, aunque la anomia es la clase política. Gaviria quien fue elegido gracias al asesinato de Galán, hoy en día defendiendo lo indefendible a ver si les dan puestos a sus familiares en este gobierno. Pastrana, asustado por el escándalo de Lolita express ha salido a defender lo indefendible a ver si distrae o confunde; entre criminales se tapan sus porquerías. Mientras, pensamos que los líderes sociales son solo estadísticas.
Un buen porcentaje de jóvenes estamos hartos de la verborrea politiquera que no va a lo esencial, y es que podamos tener un país moderno: que la izquierda, que la derecha y que el centro; siempre lo mismo, cuando lo único que les interesa es el presupuesto y cómo robárselo. En un país donde la ética no es importante para casi nadie, pues robar es cultura, traficar es cultura, despojar la tierra es cultura, masacrar o ser indiferente es cultura, acabar con el medio ambiente es cultura.
  Sin embargo, esta clase política que se forma, cree que continuar con esa verborrea barata es suficiente para hacer fila y recibir esos salarios o el manejo de los recursos. No hablan sobre pensiones, salud, educación, medio ambiente, justicia. Y el ignorante, que lo único que tiene es su fanatismo, su pasión horrenda, se suma desde la ignorancia, que la izquierda, que la derecha y que el centro, y en casa aguante hambre o quéjese. NO salen a votar para castigar a los ladrones, los premian; la abstención derrotó la consulta anticorrupción y la manipulación ganó en el plebiscito por la paz.
El colombiano promedio, no sabe qué es mejor, si abstenerse o votar en blanco ya que sobre ambas opciones se han tejido mitos y caen como imbéciles en la trampa; el ejemplo más patético fue el plebiscito impulsado por Juan Manuel Santos para refrendar el acuerdo con las FARC, programado para el 2 de octubre del 2016, el 50,2% de los ciudadanos optaron por el NO mientras que 49,7%  lo hicieron por el SI[2]. Como joven estoy convencida de que los adultos que se abstuvieron o los que votaron por el NO, hicieron el ridículo y ayudaron a envalentonar a esa clase que solo se preocupa por ella y que utiliza la guerra para distraernos.
Lo cierto es que, en Colombia el ejercicio de la democracia (por lo menos explícita) reflejada en las votaciones, sigue en manos de la minoría (los que votan). Sin mencionar que, seguramente muchos de los que lo hacen a conciencia, señalan en el tarjetón al candidato que les parece menos peor, lo que muestra esa carencia de liderazgos éticos y de nivel, en un país en el que los líderes son exterminados.
Aquí la gente que puede votar y que vota, no hace el ejercicio de hacer un seguimiento juicioso de los políticos postulados (fuera de almorzar con RCN Y CARACOL). Es evidente que estos medios no son periodísticos y que manipulan o sirven a determinados candidatos e intereses. Esa es una de la causa por las cuales somos el segundo país más feliz del mundo, uno de los más corruptos y uno de los más ignorantes siguiendo los resultados en las pruebas internacionales. Si se tienen en cuenta estos elementos pues se entiende que la gente elija la guerra sobre la paz, o el odio al diálogo. O al ladrón y al mafioso y no al que propone la ética y la haya evidenciado a lo largo de su carrera.
Para cada época presidencial hay un rufián, que una guerrilla, que el narcotráfico, que corrupción, que EPL, que FARC, que ELN… siempre un criminal que sirva para enfocar la injusticia, el odio, y el robo. Luego de DMG se probó que solo pueden traficar ellos. Tenemos un Estado a merced de la ineptitud y del estratégico accionar de los políticos. Combatamos la guerrilla, pero mantengámosla, combatamos la mafia pero que nos financie, despotriquemos del crimen pero que no nos capturen.
Esa es la razón de los oídos sordos de la clase política: para ellos todo está muy bien; tendrían más trabajo y tendrían que esforzarse más en un país en paz. Por eso hasta el presidente montó un reality para intentar lucrar la pandemia; sabe que el colombiano promedio le cree a la tv, novelas, fútbol, licor, entretenimiento machista, etc., entonces el ciudadano vive borracho, ignorante, preocupado por banalidades; esclavos de salarios miserables; enfermos y hambrientos… pero eso sí, siempre agradecidos con los “dotores” y con las “dotoras” que elegimos. Como lo señala el profe, pareciera que nuestro país es experto en elegir a su verdugo para quejarse durante cuatro años y luego volver a votar peor. Tanta es la apatía que es más sencillo exigirle a un futbolista que rinda en un juego que a un político que genere resultados éticos y humanistas.
Ya nada nos impresiona, ni el racismo ni los feminicidios, ni el hambre, ni la situación de los médicos que en este momento son los héroes. Al parecer, esta crisis no ha podido detener la pandemia de la indiferencia, ese monstruoso cáncer que no se detiene. Sorprende que no preocupa ni siquiera la terrible cifra de muertos diarios por coronavirus, y era de esperarse, un país inhumano no se preocupa por el prójimo, a menos que necesitemos que nos pague el diezmo o que nos venda el voto o que sirva de carne de cañón…, y entre esos muertos, los que dejan los otros virus; el reciente caso de Daniela Quiñones Pimienta, estudiante de 23 años, que fue reportada desaparecida el 13 de junio[3], y encontrada a los 3 días sin vida en el río Cauca cerca de Fredonia, Antioquia, pasó desapercibido.
¿Por qué hay colombianos que tienen que padecer muertes así? Sin compasión, cuanta frialdad puede tener un ser humano para cometer un crimen de esta naturaleza. Y en esos días hubo tres asesinatos más: Yudi Fernanda Pérez, secuestrada y violada durante tres días en Neiva, Brandy Carolina, en la ciudad de Barranquilla, o Ariadna en Santa Marta[4], y así, el número de víctimas aumenta; luego se dio el caso de Marinella Flórez, asesinada en Segovia el pasado 11 de junio: “era una buena madre, una gran persona” dicen algunos de sus vecinos con la voz entrecortada; fue hallada luego de tres días[5], su cuerpo impregnado por la tierra donde fue enterrada entre costales, como un animal que se deshecha, y quedan dos pequeños sin madre mientras la sociedad calla y los niños tendrán que seguir como sin nada.
Recordemos que la ley 1761 de 2015, surgió luego de la terrible escena de violencia, insulto y agonía, que padeció una mujer, que a sus 35 años de edad fue hallada mal herida en el Parque Nacional de Bogotá. El país se conmocionó (porque a veces sucede) y esa ley recibió su nombre, fue llamada la ley Rosa Elvira Cely:  y dice que se “Garantiza la investigación y sanción de la violencia contra la mujer, por género o discriminación”, pero somos un país en el que la Ley ya no nos dice nada; y de eso saben los políticos expertos en pisotear las leyes, o en hacer leyes estúpidas; y si ellos dan ejemplo, pues de ahí para abajo, imagínense. Se calcula que ya van más de 120 feminicidios solo durante la cuarentena; estar en casa es peligroso: “La culpa no era mía, ni donde estaba, ni como vestía, el culpable es el asesino”[6].
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) entre el 20 de marzo y el 3 de junio, 32 mujeres fueron víctimas de feminicidio y a otras 20 las intentaron asesinar; entre el 25 de marzo y el 23 de abril aumentaron un 163% las llamadas a la línea 155, vía de atención nacional a mujeres en situación de violencia: recibieron 3.951 llamadas, mientras que, en el mismo periodo, del 2019 se recibieron 1.504 llamadas, según el observatorio colombiano de las mujeres. El 71% de estas llamadas se dieron en Bogotá, Valle del Cauca, Antioquia, Cundinamarca y Santander; esta entidad también concluyó que, en los departamentos de la Guajira, Casanare, Chocó, Cesar y Sucre, el aumento fue de un 300%; las llamadas de auxilio fueron 209 y esto representa un incremento del 553% respecto al mismo periodo en 2019. La violencia de genero afecta en promedio una de cada tres mujeres a lo largo de su vida.[7]
Y como si fuera poco, el racismo no cesa, se sigue notando ese parásito, esa espina que es un clamor que se suma hace siglos y ahora retumba a nivel mundial debido al caso de George Floyd en EEUU, quien fue asesinado a manos de la “ley” en plena luz del día en Mineápolis; tenía 46 años y dejó 5 hijos sin un padre y sin un hogar.
A raíz de ello surgieron gran cantidad de manifestaciones y protestas en contra del uso excesivo de la fuerza por la policía. ​Las protestas adicionales se desarrollaron en más de 400 ciudades de los 50 estados de EEUU y también a nivel internacional. En contraste la representación del afro, en Colombia, es nula.
Si por allá llueve por aquí no escampa, uno de los tantos casos en Colombia fue el de Anderson Arboleda, de 21 años, era de Puerto Tejada. Fue brutalmente asesinado. Estaba afuera de su casa cuando uniformados de la policía lo requirieron, amenazaron con ponerle un comparendo por violar la cuarentana, y posteriormente, lo habrían golpeado ferozmente con un bolillo en la cabeza[8].
 Dos hechos atroces en diferentes partes del mundo, la única diferencia es que en el país del sagrado corazón triunfa la injusticia, allá por lo menos sí se hacen oír, hacen valer sus derechos, desmienten tanta atrocidad y arbitrariedad, hacen valer lo que es suyo, no callan. Como dice Antonio Caballero en su columna igual o peor, “cada gobierno es peor que el anterior; Colombia es un país que se ahoga en un lago de sangre, pero rodeado por un océano de babas”. La única opción que se ve que toman las personas es la fácil, la ley del mínimo esfuerzo, el ser lambón con el gobernante de turno, sumarse a la locura de la guerra, cegados, les es placentero vivir en esa caverna, en esa matrix en la que la perdición es la fórmula. Luego se va a misa y ya.
Pero nosotros los jóvenes ¿qué? Tenemos que reconstruir nuestras convicciones, depurarlas desde la ética y desde la constante reflexión; instruirnos, apoderarnos de nuestro destino estudiando, pero no lo que  nos obligan a estudiar como lo hacen la mayoría de escuelas, sino lo que verdaderamente nos llama la atención, “el niño es investigador y si lo suprimen u obligan a aprender lo que no le gusta, esto no se llama educar”[9]; nos queda la autoformación, dejarnos llevar por la diversidad de esencias que cada quien tiene, basarnos en  adquirir conocimientos y no dejarnos cegar, no dejarnos llevar por los que nos obstruyen el intelecto y el verdadero significado de aprender. En conclusión, apague esos aparatos, desconéctese un rato, siéntese en el lugar más cómodo para usted, acompáñese de un gato (o de un perro) y dedíquese a leer para no verlo caer en un mar de murria donde su opinión no va a valer. ¡Crea, lea y haga parte del CAMBIO…! Aunque usted no lo crea, nos lo merecemos.




[1] Rueda Bustamante J (2020). Los registros de los asesinatos van en aumento” EL TIEMPO, 19 de mayo.

[2] Vizcaíno J. (2016). “Colombia: ganó el "No" en el plebiscito por los acuerdos de paz con las FARC”. BBC Mundo Bogotá.

[3] Humanas Colombia @HumanasColombia (twitter) Observatorio Popular de Género @OPGVillavo; “ni una más” Centro de investigación popular, dedicado al seguimiento y análisis sobre la realidad de las mujeres en el territorio, Villavicencio, Colombia 16 junio 2020.
[4] Observatorio Popular de Género @OPGVillavo; “ni una más” Centro de investigación popular, dedicado al seguimiento y análisis sobre la realidad de las mujeres en el territorio, Villavicencio, Colombia 16 junio 2020.
[5] Stephany Ceballos; “¡Otra! Asesinada y entre costales hallaron a una mujer que había desaparecido en Segovia, Antioquia”. MINUTO 30, Antioquia 17 de junio 2020

[6]Yolanda Ruiz Ceballos @YolandaRuizCe (twitter); 17 Junio 2020
[7]La ONU y luchan con la otra pandemia del coronavirus, la violencia de género” Noticias ONU, Semana. 20 abril 2020
[8] Juan David Morales Giraldo J. (2020). “Anderson Arboleda tampoco volvió a respirar”. EL TIEMPO, 10 junio.
[9] Zuleta E (2006). “La Educación: Un Campo De Combate”. Univalle Por Hernán Suarez J. Facultad de Humanidades.

Comentarios

  1. En medio de las ruinas de un país desangrado por la ignorancia y la violencia, es esperanzador encontrar estudiantes valientes, libres y empoderados.
    Felicitaciones.

    Pdta/ Que las escuela sea siempre ese espacio donde se estimule el desarrollo del pensamiento crítico.

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