RE...VUELO ANDINO
Hace algunos años, que parecen siglos, el Maestro Wilman Jiménez caminaba las calles de Duitama. Si la administración de entonces, en verdad se hubiera preocupado por la Educación de la ciudad, habría hecho hasta lo imposible por ubicarlo en alguna de las plazas que le terminó dando a politiqueros que hacen hasta lo imposible por poner gente sin comprobar su profesionalismo.
El resultado, la ciudad perdió a un gran Maestro; a uno de esos Maestros que hacen la diferencia en un gremio a merced de la mediocridad de los dirigentes políticos. El Maestro Wilman tuvo que irse para Güicán de la Sierra a intentar transformar el mundo desde la periferia, y Duitama perdió a un Docente de Sociales que habría taladrado los entornos académicos citadinos ya imbuidos en la inmovilidad y la pereza intelectual.
Allá se encontró con un mundo similar aunque sobre un trasfondo más bello que la selva de cemento. Elefantes blancos y pereza, politiquería e irresponsabilidad, ganas de salir adelante de algunos y negación de futuro en los otros... y la guerra, la maldita guerra que no permite que comencemos a pensar un país alejado de la corrupción y de la política baja y parroquial que solo busca enriquecerse, a costa de la estupidez de sus electores. Conclusión; eso es la educación en buena parte del país... un elefante blanco cubierto por el discurso simplista y por el activismo sin sustancia de los encargados de dirigir este indispensable pilar de construcción humana. Y ya sabiendo eso, entonces al fin comprendemos la importancia de los buenos docentes; desde cada hora clase resistir a ese embate de la mediocridad impuesta a la que le conviene que la gente no se eduque porque entonces dejaría de votar y de agachar la cabeza como lo lleva haciendo hace décadas y como seguirá haciéndolo si no somos capaces de hacerle culto al libro en lugar de hacerle culto a la estupidez del asesino o de quienes lo siguen. Gracias Maestro Wilman Jiménez por compartir algunas de sus palabras con nosotros mientras el majestuoso vuelo nos recuerda que existe algo llamado Dignidad.
Miyer Pineda
RE…VUELO
ANDINO
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Wilman Jiménez. Fotografía de Iván Camargo Puyo |
WILMAN
RODOLOFO JIMÉNEZ CORREDOR
Docente
de Ciencias Sociales
Escuela
Normal Superior Nuestra Señora del Rosario
Güicán de la Sierra es un
municipio ubicado al Norte de nuestro departamento. Cuenta con la fortuna de
custodiar la Sierra Nevada del Cocuy,
Chita o Güicán, nombre con el que conocí por allá en primaria esa elevación del
relieve; quienes son de estas tierras manifiestan, airadamente, que el Nevado es de Güicán, y razón han de
tener, pues el ochenta por ciento de su territorio integra el Parque Nacional
Natural, además de que en su jurisdicción territorial se encuentra establecido parte
del Resguardo de la Comunidad U´Wa, únicos ancestros vivos de los Muiscas.
La belleza natural, hídrica y
paisajística de esta zona del departamento es envidiable, pues el verde del
entorno se aprecia en cualquier dirección en la que pose usted su mirada.
Alturas superiores a los tres mil metros sobre el nivel del mar lo harán
alcanzar la felicidad, cuando recorra a pie cada uno de sus empedrados caminos
reales que conforman la red vial del municipio. Estos en realidad no son
obstáculo para quien desee mantener una cercanía total con el ambiente natural
que desborda nuestra capacidad de asombro.
Algo muy particular es la
existencia de los árboles de piedra que reciben a todo aquel que por ocio,
trabajo o aventura arriben a este territorio. Son arbustos, pues su tamaño es
mediano, adheridos fuertemente por sus raíces, en sin igual simbiosis, a
ciertas formaciones rocosas; estas se pueden apreciar a lado y lado de la
carretera principal que conduce del municipio de Panqueba a Güicán.
Su riqueza hídrica es envidiable.
Afluentes del río Chicamocha, el río Nevado y el río El Mosco, custodian la
parte Sur y Norte del municipio, mientas un considerable número de pequeñas
corrientes de agua y nacederos, bañan en todas direcciones el suelo güicanense.
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El Maestro Wilman Jiménez con sus estudiantes. Fotografía de Iván Camargo Puyo. |
En el sector urbano sobresale
una inconclusa infraestructura que rompe groseramente con la belleza
paisajística y arquitectónica propia de los asentamientos humanos de la
provincia boyacense. Es una mole de cemento, tipo búnker, que ha tomado los
últimos nueve años para construirse –no precisamente por su magnitud sino por
ineptitud- donde debe funcionar la Escuela Normal Superior Nuestra Señora del
Rosario. Y funciona obviamente, en medio de los trajines propios de una
construcción, como las obras civiles que requiere “el llamado progreso”.
Pero bueno, eso no es lo que
nos convoca en este momento. Lo que realmente resulta importante contar,
hacerles saber, dar a conocer, es una propuesta pedagógica echada a andar tres
años atrás por los docentes del área de Ciencias Sociales, buscando intervenir
al ambiente escolar para generar valores significativos en los estudiantes de
esta Escuela Normal. Esto a raíz de los acontecimientos sucedidos con
posterioridad al lunes 26 de Octubre del 2015, cuando fueron emboscados once militares
que acompañaban la Comisión Electoral que verificaba el desarrollo de los
comicios electorales municipales en área del Resguardo Indígena U´Wa, que se encuentra
a dos días de camino a lomo de mula.
Al día siguiente, martes, la
única cancha de futbol del municipio fue convertida en helipuerto provisional
para “el pie de fuerza necesario para contrarrestar el obrar de esas bandas
criminales, que atentan indiscriminadamente contra la población civil”,
manifestaba uno de los altos mandos militares que comandaba las operaciones.
Esta inusual actividad en la zona perturbó la tranquilidad de los pobladores,
entre ellos quienes habitan la concentración, nombre asignado a las
deterioradas instalaciones donde funcionó un buen tiempo la sede central de la
Escuela Normal.
Esa operación militar
dispuesta por el Gobierno Central, trastornó no solo el rutinario quehacer de
los habitantes del municipio, sino que permitió evidenciar las secuelas dejadas
por el conflicto armado colombiano, específicamente en quienes residen en el
sector rural de Güicán. Varios estudiantes entraron en pánico y conmoción al
escuchar el rotor de los helicópteros sobrevolar las cercanías de la Escuela. Esto
fue motivo más que suficiente para diseñar una estrategia que mitigara esta
compleja situación escolar.
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Escuela Normal Superior Nuestra Señora del Rosario. Güicán de la Sierra (Boyacá) Fotografía Wilman Jiménez. |
Nació así la “JORNADA POR LA PAZ”,
proyecto liderado por los docentes del área de Ciencias Sociales que busca
crear un espacio de reflexión sobre la importancia de la convivencia pacífica
como mecanismo para construir ciudadanía, para hacer uso del diálogo como
mediador de los conflictos, y sobre todo, la oportunidad para reafirmar ese
compromiso social de todos para alcanzar la paz, entendida como la ausencia de
todo tipo de violencia.
En su primera versión,
adelantada el 13 de Noviembre de 2015, se trabajó con los diez grupos que
componían la Básica Secundaria y la Media, con el apoyo de los dos semestres
del Ciclo de Formación Complementaria. Se proyectó un vídeo de sensibilización
sobre los distintos valores asociados a la PAZ, se propuso una lectura relativa
a la solución pacífica de los conflictos a partir de la cual los alumnos y
alumnas realizaron un conversatorio, se elaboró una figura en papiroflexia (una
paloma) y se finalizó haciendo un cartel gigante sobre el cual se pintó un Arco
Iris; en él se dejaron diferentes mensajes y reflexiones hechas por los alumnos
y alumnas de la Institución.
Todos los docentes estuvieron
a cargo de un curso, acompañando las distintas actividades propuestas. En esta
ocasión, no fue posible efectuar una evaluación de la Jornada pues las dos
horas asignadas, alcanzaron tan solo para las actividades propuestas; sin embargo
el entusiasmo de los alumnos -aunque no fue generalizado- que asumieron el
compromiso, les permitió saber que la paz era algo más que una expresión
momentánea y que requiere de un cambio en la manera de pensar y de actuar en
cada momento que compartimos con nuestros semejantes.
La paz y el medio ambiente
fueron los componentes propuestos para la Segunda Jornada por la Esperanza,
llevada a cabo el 23 de Septiembre de 2016. CORPOBOYACÁ participó activamente
en esta oportunidad sugiriendo una temática donde el binomio paz-ambiente
fueron el centro de atención para la comunidad educativa, al buscar crear un
mayor grado de conciencia sobre la necesidad de aprovechar con moderación lo
que nos ofrece el planeta tierra para satisfacer nuestras necesidades y pensar
en la actitud depredadora del ser humano en los últimos tiempos, como factor de
desequilibrio ambiental. Se sembraron algunos árboles en las zonas verdes de la
institución y se les solicitó a los alumnos que definieran unos acuerdos de
grupo a fin de mejorar el ambiente de aula y contribuir asertivamente en la
convivencia escolar.
Todos estos mensajes fueron
expuestos en “EL ÁRBOL DE LA ESPERANZA”, una figura dibujada en el patio
central de la institución y que permitió como momento final de la Jornada que
toda la comunidad educativa confluyera allí para apreciar y conocer en detalle
las propuestas de los distintos grupos de la Básica Secundaria, la Media y el
Programa de Formación Complementaria.
En esta oportunidad se logró
integrar a la Jornada, a la Básica Primaria de la Sede central y de las
dieciocho sedes rurales de la Escuela Normal, quienes expresaron sus
compromisos y adelantaron desde sus sitios de trabajo todas las actividades
definidas. El entusiasmo, la participación y el compromiso fueron contagiosos
pues la realización de los mensajes por medio de carteleras mantuvo la
expectativa y el mejor ánimo en el transcurso de las cuatro horas asignadas en
esta ocasión. A pesar que en esta oportunidad si quedó un tiempo para evaluar,
al inquirir sobre lo que había dejado esta nueva Jornada, no se recibió aporte,
sugerencia o reclamo alguno al respecto.
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La educación como un elefante blanco. |
Hace apenas unos cuantos
días, el 22 de Septiembre, se realizó la III JORNADA POR LA PAZ con el firme
propósito de hacer de la Escuela un territorio de paz. Los tiempos que nos
corresponden vivir exigen un compromiso social, una labor colectiva, un
imperativo moral, especialmente a los docentes pues debemos formar a los
futuros ciudadanos que asumirán las riendas del país bajo otros condicionantes
distintos a los de la violencia armada como mecanismo de solucionar los
conflictos. Esos odios heredados que recibimos nosotros ya no son obstáculo o
premisa para una sociedad. Se están implementando unos acuerdos de paz con uno
de los actores armados, causantes del deterioro del tejido social, de la
incertidumbre y el desconsuelo, del desarraigo y el dolor, pero que han tenido
la lucidez al fin de expresar al mundo entero su empeño y voluntad de cerrar
ese capítulo de la historia de nuestro país para narrar otros episodios donde
la esperanza, el perdón, la reparación sean los ejes centrales de la
convivencia en medio de las diferencias que nos convocan.
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Estudiantes Escuela
Normal Superior
Nuestra Señora del Rosario
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Esta nueva oportunidad en la
Escuela Normal, permitió que tanto la sede central como las dieciocho restantes,
ubicadas en el área rural dejaran de lado su diario quehacer para pensar en el
otro y lo mucho que tenemos en común. Para la sección Primaria se propuso
trabajar la alteridad, es decir el reconocimiento y la aceptación que hago de
las demás personas, ese ponerse en los zapatos del otro y saber que somos un
conjunto universal con muchos subconjuntos de diferencias. Un vídeo y unas
actividades lúdicas reforzaron ese valor, propuesto tantas veces por Paulo
Freire, y mantuvieron la atención de estos pequeños estudiantes.
Para la Básica Secundaria, la
Media y el Programa de Formación Complementaria se asignó un texto con una lectura
crítica sobre las incidencias en nuestra sociedad del modo de pensar y actuar
occidentales, debiendo exponer un ejemplo de siete expresiones concretas de “la
tradición patriarcal de occidente” e identificar si alguna de ellas estaban presentes
en el contexto escolar; resultado de ello elaboraron coplas, rimas, poesías,
cuentos o reflexiones. Otra actividad definida fue analizar el documental NO
HUBO TIEMPO PARA LA TRISTEZA, elaborado por el Centro Nacional de Memoria
Histórica, que nos permite apreciar las tragedias vividas por distintas
comunidades afectadas en las acciones del conflicto armado colombiano. Saber lo
que le sucede a los demás, identificarnos con el otro, apreciar y escuchar los
relatos permiten sensibilizar a quienes hemos estado exentos de los horrores
del conflicto y del dolor inmenso que provoca tener que dejar lo propio y
llegar a un lugar ajeno, extraño, distinto, sin más propiedades que la
existencia propia y teniendo que superar ese miedo, ese incertidumbre por lo
que vendrá. A manera de complemento del vídeo se les planteó una pregunta para
que argumentaran en un escrito lo que pensaban: ¿Dónde estábamos cuando sucedió
todo esto?, fue la invitación para que expresaran con sus palabras lo que les
evocaba ese interrogante.
El objetivo planteado se alcanzó
en esta nueva oportunidad; todos los estudiantes de la Escuela Normal abrieron
un rincón en sus quehaceres y pensaron por unos momentos en la convivencia como
mecanismo para construir ciudadanía. Los escritos, los dibujos, las coplas, la
responsabilidad con la cual se asumió esta labor, la alegría, el entusiasmo de estar
todos reflexionando sobre la ausencia de todo tipo de violencia, permiten saber
y tener la satisfacción de sembrar la semilla de la paz con quienes estamos
construyendo conocimiento.
Iniciando la tercera, de las
cuatro horas establecidas, una visita inesperada irrumpió el ánimo de la
Jornada. Una voz desde el patio central del colegio, dio el aviso de quien
acompañaba la tranquilidad del pueblo. El grito: ¡¡¡UN CÓNDOR!!!, recorrió los
pasillos y salones del colegio. De inmediato la serenidad del momento, la
sobriedad del mismo -se estaba proyectando el documental- quedó trastornado.
Voces, gritos, emociones, júbilo, indicaciones, carreras, fotos, celulares. La
cámara del profe Iván apuntó certeramente su lente, tras alcanzar la terraza
del cuarto piso y posteriormente nos compartió el resultado de su fatigosa
carrera por documentar ese sublime momento, augurio del cumplimiento del
objetivo trazado en esta III JORNADA POR LA PAZ.
Sí señores, el emblemático
Cóndor de los Andes –vultur gryphus como dirían los expertos-, aquel que dos
días antes un grupo de treinta y tres estudiantes, una docente de Ciencias
Naturales y algunos funcionarios de CORPOBOYACÁ, fueron a observar en su
hábitat natural pero que tras fatigosa y fría jornada no fue posible avistarlo.
Seguramente notificado de esa intención, él mismo decidió complacer a sus
visitantes.
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Cóndor sobre Güican de la Sierra. Fotografía de Iván Camargo Puyo |
Planeó soberanamente sobre el
colegio; desplegó cual largas son sus alas, en ese aire limpio que respiramos
en esta parte del mundo; rampante una y otra vez se pavoneó sobre nuestras
cervices; se alejó, se acercó, compartió su aventura con los chulos que
diariamente surcan el espacio aéreo de Güicán de la Sierra.
El frío del día y el cielo
encapotado fueron el fondo sobre el cual dibujó la libertad de su
desplazamiento. Abajo las voces, el bullicio, la alarma, las correrías no
paraban tras identificar muy bien a este inesperado visitante: una hembra joven
reconociendo los linderos de sus territorios que en ancestrales tiempos sus
antepasados surcaron a montones y, que hoy, gracias al esfuerzo consiente de
quienes asumen la deuda biótica que tenemos los seres humanos con las especies
que compartimos este territorio, aportan en su conservación.
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Fotografía de Iván Camargo Puyo |
Comentaban los alumnos, y
posteriormente lo supimos, que era una joven hembra pues los adultos tienen
todos los dispositivos de rastreo que les pusieron a los primeros que liberaron
hace ya bastante tiempo. Eso demuestra que se está repoblando esta especie.
Con esa inmensa alegría, con
la satisfacción de la labor cumplida, con el entusiasmo compartido en las redes
tras esa visita; culminó la Jornada proyectada para el presente año. El
análisis, la evaluación, la reflexión y los aportes serán lo último que nos
queda por hacer para pensar en la siguiente Jornada que empieza a configurarse
desde ya.
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